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Ni un proyecto aprobado

Cuando en junio de 2015 se aprobó por parte de la Unión Europea el Plan de Inversiones para Europa, más conocido como "Plan Juncker", todos los países pertenecientes a la Unión se las prometían muy felices. El compromiso era que se movilizarían 315.000 millones de euros para tres años, tanto en inversiones privadas como públicas. Quien más y quien menos pensaba que algo le tocaría en el reparto.

La finalidad del Plan era clara:

1- Impulsar las inversiones.

2- Aumentar la competitividad.

3- Apoyar el crecimiento de la Unión Europea a largo plazo.

Ha pasado ya un año desde el comienzo del Plan y creo que es un buen momento para hacer balance de lo que ha acontecido.

Lo primero que debemos de aclarar es que la Unión Europea no invertiría esos 315.000 millones. La financiación pública vendría de la siguiente manera: 16.000 millones del Presupuesto Comunitario, 5.000 millones del Banco Europeo de Inversiones y 42.580 millones de nueve Estados miembros (España contribuía con 1.500 millones). Los 251.420 millones restantes deberían ser aportados por las empresas o instituciones que pretendieran acceder a esa financiación especial, a través de los proyectos que se aprobasen. Luego no era asignación directa de fondos, sino más bien financiación y afianzamiento de parte de la inversión total del proyecto. Por consiguiente, el "maná ya no caería del cielo", había que ir a buscarlo, se debería competir con proyectos de todos los países de la Unión y además poner dinero. Vamos a hacer un repaso de lo que pasó durante el primer año del Plan, junio 2015 / junio 2016.

Unión Europea: En total se han aprobado 64 Proyectos de Infraestructuras y 185 Iniciativas de financiación para empresas que han beneficiado a 141.800 pequeñas y medianas sociedades. Al final se han movilizado 100.000 millones de euros en 26 países, de donde más del 75% de los proyectos aprobados fueron de los Sectores Energéticos, Investigación y Desarrollo, Transporte y Proyectos Digitales, siendo Francia e Italia los dos países que mas se beneficiaron.

España: Solo sacó adelante seis proyectos de las siguientes empresas e instituciones: Abengoa, Gestamp Automoción, Redexis Gas, Balearia, Grifols y Puertos del Estado, así como un acuerdo de financiación con el Instituto de Crédito Oficial y un Fondo de Inversión para medianas empresas cotizadas. En total se movilizarán 6.400 millones. Pobre bagaje si pensamos que presentamos proyectos para movilizar 52.971 millones y que un país como Italia nos triplicó.

Asturias: Se presentaron 45 proyectos con una movilización de 883 millones de euros y no se aprobó ninguno.

¿Y qué es lo que primaba para la aprobación de los diferentes proyectos? Pues algo tan sencillo como que impulsaran las inversiones para ser más competitivos y, de esta manera, apoyar el crecimiento de la Unión Europea. Y con una premisa de partida fundamental: Que fueran sostenibles económicamente.

Miren ustedes, desde el año 1986 hasta el año 2013 España ha recibido de Fondos Regionales Europeos (Fondo de Desarrollo Regional, Fondo Social Europeo y Fondo de Cohesión), es decir a fondo perdido, 153.000 millones de euros. Y desde el 2014 al 2020 se recibirán 28.000 millones. Quiere esto decir, que, en muchísimos casos, nos acostumbramos a pedir dinero y a que nos lo dieran sin que los proyectos fueran sostenibles desde el punto de vista económico. Por eso, como Europa ya ha aprendido la lección de "los AVES a ninguna parte", "los aeropuertos en los desiertos", "los puertos sobredimensionados" y " los museos de las más múltiples chorradas", todos los proyectos que se pretendan financiar se mirarán con lupa, y serán destinados a crecimiento y empleo. Pero tantos años de alegrías y despilfarros nos convirtieron en cómodos y activos pedigüeños, sin realizar el más mínimo esfuerzo en ser competitivos, y en estos momentos toca pagarlo.

Y es ahora cuando llegan los problemas. Pedimos y ya no llega. Proponemos y no nos atienden. ¿De verdad les extraña que Asturias no viera aprobado ningún proyecto? Por favor, atiendan a esto. En el mes de agosto, almorcé con una amiga mía que es una alta funcionaria en la Unión Europea. Hablando de Asturias y Europa, me decía que no me podía imaginar el daño que le hizo a Asturias el sobrecoste del Puerto de Gijón. Me dijo: Raimundo, es pronunciar Asturias en Bruselas y a todos nos vienen a la mente los 197 millones de euros tirados al mar por todos los europeos, por la mala gestión de unos pocos desalmados". Y la verdad, me quedé mudo, sin respuesta, pues pensaba exactamente lo mismo.

En definitiva, o el Gobierno de Asturias se pone de verdad a trabajar en la senda del resto de las regiones competitivas de Europa, pensando en la sostenibilidad, el crecimiento económico y el empleo, o cada año que pase estaremos más a la cola de todo. Somos los que menos crecemos de España, los que más población perdemos, los que menos invertimos y donde más va a crecer el gasto social por necesidades de la población. Y mientras, don Javier Fernández y su Gobierno piensan que todo se arregla subiendo impuestos. De seguir así, no solo seguiremos a la cola, sino que perderemos el estatus de los que llegan a ese 90% de media europea en renta per cápita. Y, en ese momento, seremos los únicos que subiendo, volvemos a bajar. Muchas veces es peor no hacer nada que hacer algo mal, por lo menos se ha intentado. Pero cuando se junta la mala acción con la inacción, el resultado es ruinoso.

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