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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Votar en secreto

Ya que nos gustaría parecernos a los eficientes alemanes más allá de la afición a la cerveza, convendría que la legislación española calcará el artículo 4 del Reglamento del Bundestag, según el cual la elección del canciller o del presidente del Gobierno se realiza mediante voto secreto.

Si el reglamento afín de las cámaras españoles previera esta posibilidad, hoy tendríamos presidente del Gobierno y no habría que aguardar al escarnio y la mofa de la celebración de unas terceras elecciones, para mayor choteo internacional durante las vacaciones navideñas, época en la que habría que rogar a los Reyes Magos que dejaran sacos de carbón de Hunosa en las chimeneas de senadores y diputados, a la vista de la imposibilidad legal de impedir que les alcance a comer el turrón en esas fiestas venideras, como los entrenadores de fútbol que llegan caninos de puntuación a finales de año.

Si, en lugar de a viva voz, los parlamentarios hubieran tenido opción de votar de manera secreta, el resultado no hubiera sido idéntico en las dos sesiones fallidas de investidura. Y seguramente no habría un presidente en funciones ni tendríamos al país en la uci, sometido a un proceso evidente de parálisis y sin poder administrarle otra medicina que cataplasmas. Pero hete ahí que quien hizo la ley no hizo la trampa, sino que trató de evitarla, para que ningún parlamentario rompiera filas por su cuenta y riesgo, se liara la manta a la cabeza, contraviniendo las órdenes estrictas del partido. No olviden que es la cúpula quien manda, quien quita y quien pone, reparte prebendas y aparta con las herramientas tramposas del "photoshop" a quien se mueve y no posa hierático en la instantánea.

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