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El Prerrománico al alcance de los imbéciles

¡Qué va! Que nadie piense que entrar a formar parte de este selecto club es cosa sencilla. ¡Ni mucho menos! Los solicitantes deben reunir, todas a demostrar, una destacada serie de virtudes y propiedades en competencia con otros muchos lugares que asimismo lo solicitan. Muchos años de trabajo y papeleo que, obligatoriamente, han de pasar por otros estadios de calificación hasta alcanzar el "sobresaliente cum laude". Máxima puntuación que en tan escasas ocasiones se logra.

Es en 1973 cuando la Unesco decide proteger el patrimonio cultural y natural del mundo al nominar una serie de monumentos, sitios y obras que fueran considerados Patrimonio; no solo de los países propietarios, sino de toda la Humanidad. El fin principal era salvaguardarlos de los cambios sociales y la destrucción, señalándolos especialmente como objetivos a conservar, creando así una lista que es conocida mundialmente bajo la denominación de "Patrimonio de la Humanidad", y en la que España cuenta con 44 privilegiados bajo su manto.

Tiene derecho a ella cualquier motivo que represente una obra maestra de la naturaleza o del ingenio humano: ciudades, iglesias, paisajes, ecosistemas marinos y costeros, yacimientos arqueológicos, cuevas?, que engloban desde el sin igual palacio de la Alhambra, los jardines del Generalife y el barrio del Albaicín en Granada a la mezquita de Córdoba, la catedral de Sevilla y la de Burgos; la ciudad fortificada de Cuenca, el casco antiguo de Ávila, Cáceres y Salamanca; el acueducto de Segovia y el conjunto arqueológico de Mérida; el monasterio del Escorial, los de San Millán de Yuso y de Suso; pasando por la arquitectura mudéjar en Aragón o la ciudad de San Cristóbal de la Laguna en Tenerife? Por supuesto que no vamos a mencionar los 44 elegidos, simplemente constatar que seguramente ustedes conocen otros tantos que no figuran en tal listado y que a su juicio deberían estar. Lo cual indica el nivel altísimo de dificultad que es necesario salvar para pertenecer al sumario.

Sin embargo, también puede suceder lo contrario: que se pierda el título de pertenencia a este preciado y exclusivo club del Patrimonio de la Humanidad; bien por deterioro del entorno, bien por actuaciones nefastas o dejación de funciones. En cualquiera de estos casos la pérdida sería irreversible e irreparable. Seguro que ya se han figurado que hablamos de los monumentos del Prerrománico asturiano.

Escuchen. El 6 de diciembre de 1985 esta distinción era otorgada a Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo y Santa Cristina de Lena. San Julián de los Prados fue declarada el 2 de diciembre de 1998. Más de treinta años en el primer caso y cerca de veinte en el segundo y, sin duda, continuamos sin conservar y proteger con la debida eficacia un preciado tesoro que nos proporciona honor, prestigio y reconocimiento. Y que, además, atrae a miles de visitantes de todo el mundo que contribuyen, en gran medida, al desarrollo de la economía local.

No me miren con malos ojos si digo treinta años y un día, porque a lo largo de estos seis lustros y un día, no hubo un solo político al que de verdad le interesase su adecuada conservación (algunos, de vez en cuando, entonan el bla, bla, bla; otros ni tan siquiera eso), razón por la cual, sin excepción y por inútiles, tendríamos que condenarlos y encerrarlos en la "Cárcel de papel".

Si hablamos de los monumentos de Santa María del Naranco y de San Miguel de Liño podemos afirmar que en treinta años y un día, para evitar vibraciones y gases nocivos, no han sido capaces de construir una carretera alejada de ellos; ni tan siquiera colocar unos bolardos para que los coches no aparquen en su cercanía; ni crear un cierre perimetral de resguardo. No han reconvertido la antigua y cochambrosa casa rectoral en un centro de interpretación que de paso a un recinto cerrado -agradable, limpio y cuidado-, alrededor de las dos joyas del Prerrománico, con vigilancia las veinticuatro horas del día y, para mantenerlo, cobren por entrar a visitarlas. Para qué mencionar la autovía que pasa por las inmediaciones de Santullano: veinte años y un día y proseguimos igual. ¿Galgos, podencos, bulevar?, hasta cuándo las mentiras? Corren tiempos en que los imbéciles se multiplican lo mismo que las hierbas del campo. Por ello no estamos libres de pintadas. ¡Mejor dicho, las tenemos a la orden del día!

El día menos pensado cometerán una barrabasada, aún mayor, que ponga en peligro la subsistencia de tales edificios; luego llegarán los ayes y las lamentaciones. Todo por no tener un sistema de seguridad proporcional a la importancia de lo protegido. Me parece perfecto pedir ayuda a la ciudadanía, aunque ésta, salvo respetarlos, poco tenga que aportar. Lo que hay que hacer es coger el toro por los cuernos y blindar, de una vez por todas nuestro preciado Patrimonio de la Humanidad. Si algún presidente(a) de nuestra comunidad, alcalde o alcaldesa, concejal o concejala lo consigue propongo levantarle una estatua a la puerta del teatro Campoamor. Claro que, para ello, es imprescindible tener voluntad de hacerlo y tenerlos bien puestos?, quiero decir los pantalones.

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