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Alberto Menéndez

Movimientos en la sombra

No es un iluso. Pedro Sánchez sabía de sobra que el PSOE iba a fracasar de nuevo (como lo ha venido haciendo reiteradamente desde que él está al frente de la secretaría general socialista) en las elecciones autonómicas de Galicia y el País Vasco. Y como era consciente de ello desde hace semanas e incluso meses, pues ha seguido adelante con su estrategia como si nada hubiera pasado, empeñado en celebrar unas primarias y un congreso del partido en las próximas semanas. Lo de menos para el líder del, en estos momentos, principal partido de la oposición es, por lo que se ha visto y por lo que se ve, el bloqueo institucional de España, su ingobernabilidad a fin de cuentas. Lo fundamental para Pedro Sánchez y sus seguidores es quién manda o deja de mandar en el PSOE.

En los últimos meses, desde las elecciones del 20 de diciembre de 2015, el sector crítico socialista con Pedro Sánchez le ha dejado hacer. Ha amagado en alguna ocasión con hacerle frente, pero ha acabado plegándose a sus criterios. Ninguno de los barones autonómicos del PSOE se ha atrevido a plantar cara, realmente, al secretario general. Ahora no, ahora parece que sí están dispuestos a desafiar a Sánchez, quien, abiertamente, les ha retado a hacerlo. Al menos eso es lo que parece interpretarse de algunos acontecimientos recientes, de movimientos internos preparatorios de una supuesta operación tendente a acabar con el poder del número uno del partido. Eso sí, todo en la sombra. Se supone que a la espera de que llegue el momento oportuno, el próximo sábado, en el comité federal, de dar visibilidad a tan oscurantista maniobra.

Que los barones regionales del PSOE de Andalucía, Extremadura, Aragón, Castilla-La Mancha, Valencia y Asturias, entre otros, no están por la labor de adelantar el congreso a diciembre es algo que no ofrece dudas. Lo que no está tan claro es si al final seguirán adelante con su operación para sustituir a Sánchez. Lo normal es que si el secretario general del PSOE no logra el sábado sacar adelante sus propuestas presente su dimisión y se haga cargo del partido una gestora, para cuya presidencia suena con fuerza el asturiano Javier Fernández. Pero y si aun perdiendo la votación Sánchez no dimite, ¿qué pasaría? ¿Qué bala política tienen en la recámara (si es que tienen alguna) los críticos?

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