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Cien líneas

Cambio

El 31 de mayo de 1936, durante un mitin en la plaza de toros de Écija, los seguidores de Largo Caballero la emprendieron a tiros contra los partidarios de Indalecio Prieto que salvó la vida gracias a la protección de sus pistoleros de la motorizada, los mismos que mes y medio después asesinaron a Calvo Sotelo. El Oviedo del tripartido le quita la calle a la víctima y se la mantiene el verdugo.

Estaba perorando González Peña, líder en Asturias del golpe de Estado de 1934 -ya libre, como si no hubiese hecho nada- cuando se desató la balacera. También se libró por poco Juan Negrín que dos meses y medio después, y ya siendo ministro, asaltó el Banco de España, se llevó las cuartas reservas de oro del planeta y se las regaló a Stalin.

Y es que las dos almas del PSOE tienen hondas raíces porque, como anotó en "La revolución permanente" el mismísimo Trotsky "solo un reformista puede creer en la presión del proletariado sobre el Estado burgués como factor de ascensión constante". Manejo una traducción de Andrés Nin, desollado vivo en el Madrid de la II República.

Sí, hemos mejorado muchísimo aún viendo la pugna tragicómica de Ferraz.

Lógico, aquel socialismo no es este. Además, como explica Iván Vélez, arquitecto e investigador de la Fundación Gustavo Bueno, en su libro "Podemos" las huestes de Iglesias no pasan de "genuinos subproductos del régimen del 78". Vamos, que son todos sistema y casta: albricias, ya no corre la sangre.

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