A la espera de que se concrete, el próximo martes, el nivel de cooperación entre los tres ayuntamientos implicados, resulta sorprendente que Gijón alcance un acuerdo en materia cultural con Bilbao y Santander y no sea posible acariciar un pacto similar que involucre a las tres principales ciudades asturianas: Gijón, Avilés y Oviedo.
En pleno debate sobre la conveniencia de una gran área metropolitana en el centro de Asturias, que en población supondría el séptimo municipio de España, con unos 800.000 habitantes, valdría la pena experimentar relaciones trilaterales más firmes y efectivas desde el ámbito de la cultura.
Si Oviedo es la ópera, Avilés el teatro y Gijón las otras músicas y los espectáculos de calle, ¿no sería posible que poderes municipales y gestores culturales de las tres localidades hicieran el esfuerzo de reunirse con vistas a consensuar una programación conjunta, que abaratara costes y que permitiera a los habitantes de las tres ciudades beneficiarse de convocatorias de altura compartidas?
Cierto es que, para llevar a buen puerto semejante iniciativa, habría que superar miedos atávicos y estúpidos localismos que llevan décadas, por no decir siglos, lastrando la capacidad de desarrollo de esta región, más tendente, desde algunos polos de poder, a dividir que a sumar. Basta ya de gestos de desconfianza mutua, de "mininacionalismos" excluyentes, de ataques frecuentes de narcisismo de círculo concéntrico.
La cultura siempre fue por delante de la economía y de la política a la hora de romper barreras. Hay que ser analfabeto para no verlo.
