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Alberto Menéndez

Juegos malabares

Que el presidente del Principado y ahora también máximo responsable de la comisión gestora del PSOE, Javier Fernández, no es partidario de unas terceras elecciones generales se sabe desde el mismo momento en que se conocieron los resultados de los comicios del pasado 26 de junio, consulta que certificó el segundo fracaso electoral de Pedro Sánchez en seis meses. Pero que ése sea el deseo del líder de los socialistas asturianos y desde el sábado número uno federal del partido no implica que el PSOE vaya a votar a favor o a abstenerse para permitir un gobierno del PP. Fernández ha evitado en las últimas semanas referirse a cualquier decisión de su organización en ese sentido: no a otras elecciones legislativas, pero sin concretar cómo se puede conseguir. Se supone que el presidente de la gestora tendrá una estrategia para intentar evitar una nueva llamada a las urnas, pero -al menos eso es lo que se vislumbra- siempre y cuando sea a través del convencimiento, no del enfrentamiento. Y no da la sensación de que el clima interno del PSOE esté para muchos diálogos y persuasiones.

Tanto Javier Fernández como la andaluza Susana Díaz insistieron ayer en que el no a Rajoy sigue vigente. Es decir, que o el comité federal socialista revoca esa decisión o no hay posibilidad alguna de un gobierno del PP. Y para que ello sea posible el político asturiano necesita el mínimo tiempo -por eso no habrá reunión del comité federal en los próximos días- para exponer sus planteamientos al mayor número posible de miembros del máximo órgano de decisión del partido entre congresos. Su idea es clara: tras la crisis interna y los graves enfrentamientos del pasado fin de semana el PSOE no está en condiciones de abordar unos comicios en dos meses y medio. El batacazo electoral estaría asegurado, al igual que un nuevo incremento de votos por parte del PP y el sorpasso de Podemos.

Por el contrario, si no hubiera elecciones el 18 de diciembre el PSOE ejercería como principal partido de la oposición en los meses o años que durara la actual legislatura y contaría con tiempo suficiente para preparar el congreso de la "refundación" (en palabras de personas de la confianza de Fernández) y acudir a unas nuevas elecciones con, al menos, las mínimas garantías de éxito.

Juegos malabares tendrá que hacer Javier Fernández. No sólo para intentar convencer a sus correligionarios, sino también para afrontar las posible acometidas de los populares, quienes, lógicamente, no van a desaprovechar la oportunidad de hurgar en la herida socialista. Eso seguro.

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