Ya estamos más cerca de que Mariano Rajoy, el candidato insensible del partido corrupto preferido por el mayor grupo de votantes españoles, forme un gobierno que dé tranquilidad a los mercados financieros y a las políticas liberales europeas y así recuperar la normalidad democrática interrumpida por la irrupción de la demagogia. Ya está más salvada España, y el PSOE, que sin Pedro Sánchez pierde belleza pero con Javier Fernández gana referencia moral e intelectual, según acuñación exitosa. Imagino a los sanchistas abucheándole al coro de "referente moral e intelectual".
El nuevo director de la gestora del PSOE es un viejo presidente de Asturias, tierra que necesita sacrificarse en favor del socialismo otra vez. El PSOE tiene que moverse para regresar al gobierno algún día y Asturias no tiene adónde ir porque en cuanto se mueve ya es Galicia, León, Cantabria o la mar, que es el morir. Si España crece después de un año sin gobierno en condiciones, Asturias podrá aguantar una temporada en manos de los segundos. Incluso es posible que crezca, una vez liberada del referente moral e intelectual, como le pasa a España. Todo va a mejor.
La agenda pasa página enseguida y la preocupación actual es digna de una película de las que produce Spielberg: salvar a España de que las terceras elecciones generales le roben la Navidad. Hay muchos prohombres en ello. Desde Felipe González, un espíritu de la Navidad del pasado que se apareció para precipitar una ejecutiva federal, hasta Mariano Rajoy, que busca cómo acortar los plazos para que algo tan triste no suceda. En la versión de la película producida por Spielberg, Pedro Sánchez no dimitiría asfixiado por el sabio manejo brutal de la dinámica de grupos, sino porque se imaginaba perdiendo la mañana de Navidad trabajando en su objetivo favorito -ser derrotado en elecciones- en lugar de pasarla en familia.
