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Árboles monumentales... no es esto

Me contaron los vecinos de Lebeña que hace unos cuantos años pidieron ayuda para proteger su magnífico tejo de concejo, declarado Árbol Monumental en Cantabria. Las raíces superficiales resultaban dañadas por el pisoteo de cientos de visitantes diarios. Pasó mucho tiempo, pero cuando al fin la administración "competente" envió unos operarios para construir una corra de piedra alrededor, los paisanos vieron estupefactos que empezaban a cortar concienzudamente las raíces con un hacha para asentar las piedras del murete. ¡No es esto, no es estooo! debió pensar todo el pueblo horrorizado. Sin embargo cuando aquel árbol cayó, víctima de esta y otras tropelías, la culpa se la llevó el vendaval que pasaba por allí y cargó con el muerto.

Algo parecido sucede en el Monumento Histórico Artístico de Abamia, lugar emblemático en el que los históricos tejos, la iglesia y su entorno se vieron dañados y desfigurados a causa de unas obras desafortunadas (es el adjetivo más suave que se me ocurre). Ya hace 10 años comenzábamos a alertar en este mismo periódico de las agresiones que sufrían aquellos árboles centenarios. El Conceyu del Texu, y numerosas asociaciones y personalidades solicitaron clemencia para los tejos y su incomparable entorno, pero todo fue en vano. Una gran parte del sistema radicular de los tejos más antiguos fue salvajemente arrancada y la iglesia ha sufrido una remodelación tan desastrosa que requiere urgente reparación. ¡No es esto, no es estooo! debieron pensar los vecinos que llevaban décadas pidiendo que su querido monumento se arreglara. Los responsables, técnicos y políticos que cobraban por proteger y restaurar este valioso patrimonio se limitaron a despreciar a quienes lo defendían y a menospreciar el valor incalculable del conjunto monumental. Como es habitual no se han asumido responsabilidades y el lugar, como el eccehomo de Borja, es un esperpento peor que una ruina; al fin y al cabo las ruinas tienen una romántica dignidad y en todo caso una innegable autenticidad.

Justamente estos días recibimos una noticia desesperanzadora, el único Departamento de Árboles Monumentales de este país, dependiente de IMELSA (Diputación de Valencia), desaparece. Se ha hecho ya efectivo el despido de Bernabé Moya, su director. Bernabé es una de las personas que más ayudó en aquella defensa de los tejos históricos de Abamia, elaborando de forma desinteresada un informe meticuloso sobre la afectación de las obras a los árboles seculares. Informe que habría de servir para fundamentar su defensa mediática y jurídica frente a la barbarie y para forzar la petición del informe oficial del catedrático Tomás Díaz que demostró más tarde el alcance de los daños. Por desgracia ese departamento pertenece a ese buque insignia de la corrupción española que es IMELSA. Empresa pública de nefasto nombre cuya necesaria remodelación ha comenzado precisamente por donde menos falta hacía.

Bernabé Moya y el departamento que dirigía fueron toda una institución en la defensa de los árboles monumentales en todo el país. Desarrollaron una ley de defensa de patrimonio de arbolado monumental que ha detenido el expolio de los olivos milenarios; implementaron modelos de ordenanza municipal para la protección de árboles monumentales que se utilizan ya en ayuntamientos de toda España; introdujeron los más modernos conocimientos y técnicas para el cuidado de los viejos árboles y actuaron de mil formas distintas en la investigación, la divulgación de los valores y la defensa de este patrimonio vivo y único...

Se me ocurre una preocupante semejanza con el proceso de privatización y desmantelamiento de la banca pública que representaban las cajas de ahorros de este país y sus obras sociales. Después de la mala gestión y el desfalco de estas entidades por parte de políticos sin escrúpulos, curiosamente, en vez de asumirse las pertinentes responsabilidades políticas, se privatizaron. ¡Como si la vocación pública y social hubiera sido el problema! Se consuma así el expolio de nuestro patrimonio e instituciones a manos de la irrefrenable ambición y la irresponsabilidad instaurada.

¡No es esto, no es esto!, dijo en su día Ortega y Gasset y más tarde repetiría Lluis Llach en su memorable canción de 1978, en plena transición política: "No es esto compañeros, no es esto. Quizás debamos ser valientes de nuevo y decir no, amigos míos, no es esto". Hoy los compañeros de Compromís y PSOE, que se dicen defensores a ultranza de lo público parecen empeñados en dinamitar 30 años de trabajo en la defensa de un patrimonio que queda huérfano institucionalmente. El daño es irreparable. Quedan pendientes los mil y un proyectos comunitarios, estatales y europeos que llevaban a cabo en ámbitos tan diferentes como la prevención de incendios, la conservación del medio ambiente o la preservación del patrimonio paisajístico y cultural?

Sobre los árboles declarados Monumentos Naturales en Asturias, hoy mejor ni hablamos, su estado no podría ser más deplorable. Necesitábamos en cambio una de cal para terminar estas deprimentes reflexiones y en el BOPA del 28 de septiembre hemos visto que se va a revisar el expediente de declaración de los 12 tejos históricos como Bien de Interés Cultural. Comienza un periodo de reflexión, pero parece que al fin se les va a dotar de un área de protección adecuada. Esperamos se revisen también otros aspectos que sirvan para dignificar estos árboles por sí mismos, y comenzar a protegerlos reconociendo para empezar todo el patrimonio que representan en cuanto a sus valores estéticos, paisajísticos, históricos? Veremos cómo termina el asunto pero quizá no esté todo perdido en cuanto a la protección de nuestros árboles monumentales. ¡Ah! y estamos a tiempo de ver en Oviedo, en la sede del RIDEA, la magnífica exposición de Fernando Fueyo, "El sueño de los árboles", que recrea en acuarelas algunos de los más grandes árboles de nuestro país. Todo un goce y un inolvidable espectáculo.

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