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Cien líneas

Disyuntiva

Noche toledana después de una dizque blanca. Hora y media, a las tantas, siguiendo el debate entre Trump y Clinton que, horror, ganó el empresario así que en una de estas se sienta en la Casa Blanca un Podemos de derechas, enemigo mortal del libre mercado y por lo tanto clarín del empobrecimiento de EE UU, de rebote de todos los países del planeta y después, claro, de la guerra. O primero la guerra y después la liquidación de lo que quede.

El trance es gravísimo. Todo el sistema, con la punta de lanza del agitprop internacional, se ha movilizado para salvar a Clinton. El pasado viernes sacaron un vídeo de hace once años donde Trump se mostraba como un machista brutal. Un golpe demoledor.

Los moderadores, escandalosamente parciales, abrieron el debate con ese punto para noquear a Trump ya en el primer asalto. Pero ni así. Pidió disculpas al menos cuatro veces y después contraatacó presentando a cuatro mujeres, que estaban en la sala. Una denunció que había sido violada por Bill Clinton, las otras tres atacadas o vejadas y rematadas con insultos por Hillary. En buena lógica la candidata demócrata debería haber abandonado la campaña en ese mismo momento -como le exigen a Trump por el vídeo- pero lo que está en juego es demasiado importante.

El debate siguió con los 33.000 correos que Clinton tramitó ilegalmente y borró cuando la cazaron. Da para una súper dimisión.

Menos mal que Clinton resiste. Mejor una tramposa que coopera con su marido en hechos terribles que un enemigo mortal del libre mercado. Horror.

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