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Alberto Menéndez

La soledad del presidente

Muy necesitado de apoyos en determinadas instancias del partido debe de estar el presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, para tener que haber tirado del expresidente del Principado y anteriormente alcalde de Gijón, Vicente Álvarez Areces, para recomponer el Grupo parlamentario Socialista del Senado. No es que el veterano político no esté capacitado para ello (ésa no es la cuestión), es que ya bastantes líos internos tiene el líder de la Federación Socialista Asturiana como para sumar otro con la inclusión de Areces en su equipo de confianza. Porque, y Javier Fernández lo sabe, los dirigentes regionales de Podemos van a tratar de extender al ámbito estatal su campaña de desprestigio (que viene de lejos, y que se intensificó en los dos últimos comicios) contra el que fuera durante una docena de años el jefe del Ejecutivo regional.

En todo caso, se puede aceptar como más o menos lógico que el presidente de la gestora del PSOE intente rodearse de personas a las que conoce. Porque hay que tener el cuenta que los miembros de esta comisión no los eligió él, sino que fueron impuestos, son el fruto de una negociación con los responsables de las diferentes organizaciones territoriales. Por lo tanto, parece razonable que el actual máximo responsable del Partido Socialista busque mecanismos que le permitan tener cerca, en la sede madrileña de Ferraz, a dirigentes con afinidades comprobadas. Al menos, en los últimos años, porque hay que recordar que Javier Fernández y Vicente Álvarez Areces estuvieron enfrentados en Asturias durante muchos años. Aunque ahora si es senador es gracias al secretario de la FSA.

Si hay un político en Asturias con ansia de protagonismo ése es sin lugar a dudas Vicente Álvarez Areces. El ser el foco de la atención pública siempre le pudo. Por encima de las críticas e incluso de las operaciones cargadas de inexactitudes (cuando no simple y llanamente mentiras) como las lanzadas por Podemos para intentar desacreditarle. A Areces se le pueden reprochar muchas cosas (y algunas muy llamativas y relevantes), pero compararle con Rita Barberá está fuera de lugar. Para empezar, no tiene ninguna cuenta pendiente con la Justicia y, a diferencia de la política valenciana, que es senadora en representación del Parlamento de su comunidad autónoma, el socialista asturiano fue elegido democráticamente miembro de la Cámara alta por los ciudadanos de la región en las dos últimas elecciones generales.

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