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Sol y sombra

Seguimos sin certezas

A nadie en el PSOE se le ha oído decir con determinación vamos a unas nuevas elecciones. De modo que los que por razones de coherencia ideológica u obstinación demagógica se oponen a la abstención en la hipotética investidura de Rajoy deberían proponer un "plan B" creíble -esto último es importante- que permitiera vislumbrar una alternativa de gobierno. Esa alternativa no existe, así que cerrarse en banda ante la realidad es impropio de la madurez de un partido tan bregado.

Abstenerse es renunciar al compromiso con los votantes, han dicho algunos; Ciudadanos y Podemos no están dispuestos y tampoco decididos al cacareado gobierno del cambio que tendría, además, que conjugar el apoyo tácito de los independentistas, y las elecciones son un riesgo terrible para el PSOE que seguiría desangrándose en las urnas y sólo servirían para reforzar a Rajoy, el presidente en funciones al que se quieren parar los pies ¿Cuál es entonces la solución?

La primera de ellas no parece fácil: convencer a los nacionalistas vascos para que sean ellos los que se abstengan y permitan un sacrificio menor. La segunda, incluye la abstención disciplinada de todo el grupo en el que existen diputados proclives a la revuelta. La tercera, menos complicada desde el punto de vista táctico, es que once socialistas acuciados por urgencias prostáticas se ausenten del hemiciclo o pulsen el botón amarillo. Otro desenlace inesperado podría ser que todo acabe como el rosario de la aurora y se frustre una vez más la posibilidad de un gobierno: que el Partido Popular, víctima de la encerrona, se prepare para ganar por una ventaja aún mayor en las terceras elecciones en un año. Los temores de Javier Fernández de que se trata de elegir entre Rajoy o más Rajoy se habrían cumplido. Pero tampoco en este caso existe una certeza.

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