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Exdiputado regional del PSOE y exconsejero con Antonio Trevín

Sobre la supuesta podemización del PSOE

Los recientes episodios que están convulsionado al PSOE, expresión de una larga crisis larvada a la largo del tiempo y nunca abordada en términos autocríticos y con el arrojo necesario, han precipitado la conformación de una gestora, cuyo Presidente ha señalado como uno de los grandes peligros para el PSOE la "podemizacion" del mismo, expresión que admite variadas interpretaciones, pero que contextualizándola adecuadamente parece apuntar al riesgo de que se imponga un modelo asambleario que auspicie la toma de decisiones directas por parte de los militantes, arrumbando el modelo clásico de mandato representativo mediante delegados en los Congresos, y de las estructuras de poder (Comisiones Ejecutivas y Comités Regionales o Federales, entre otras) que gobiernan entre Congresos.

No me encuentro entre los adeptos a sistemas asamblearios, muchas veces instrumentos al servicio de populismos con objetivos de naturaleza "non sancta"; sin embargo, esta prevención no puede elevarse a la categoría de dogma, para rechazar en todo tiempo y lugar la consulta a los militantes ante situaciones de bloqueo o de enorme trascendencia como la presente, que, a medio de abstención en el proceso de elección del próximo Presidente de Gobierno -según se propugna- otorgaría a los conservadores tal responsabilidad, en una decisión sin antecedentes en la reciente historia democrática de España. No voy a abundar aquí -ya lo he analizado anteriormente- en la quiebra que esta decisión produciría entre lo realmente mandatado por los votantes y militantes socialistas, y lo ejecutado finalmente por sus representantes, de la que seguiría un incremento de desafecto al sistema, difícil de restañar.

El Presidente de la gestora y cuantos con él, -o, a través de el- niegan el derecho de los militantes a opinar acerca de asunto tan trascendental para el PSOE -y para España- evidencia un déficit en términos democráticos y participativos (uno de los males del sistema de partidos) que ejemplifica, por sí mismo, la autarquía en la que se han instalado, atribuyéndoles a los afiliados una suerte de "indigencia intelectual" al negarles -de hecho- la cualificación suficiente para decidir sobre asuntos tan relevantes.

La concepción del sistema de representación como un dogma innegociable forma parte de un mundo que tiende a periclitar, desbordado por las nuevas exigencias generacionales y de amplios colectivos sociales que no se sienten cómodos con el mismo. Debería ser la izquierda, y en concreto el PSOE, quien innovara en este sentido, para procurar, sin desmontar el sistema de representación -preservando sus virtudes- un modelo que incorpore fórmulas de participación directa para determinados asuntos de especial trascendencia.

El conservadurismo en las formas, que las estructuras de poder del PSOE -con el Presidente de la gestora a la cabeza- denotan, cegando cualquier atisbo de participación directa del militante en la toma de decisiones, discurre en paralelo con la ausencia de un proyecto político que pueda calificarse de izquierdas, sin coordenadas políticas que le sirvan de orientación.

Justo es reconocer que ha sido el PSOE quien históricamente ha hecho algún ejercicio en materia de participación de la militancia en la toma de decisiones, celebrando en dos ocasiones elecciones primarias para la elección de su Secretario General (Jose Borrell y Pedro Sánchez), pero ello ha sido posible por la presión de la propia militancia ante situaciones coyunturales muy singulares, antes que por convencimiento de las estructuras de poder internas. Tal es así que, en ambos casos, la iniciativa ha resultado en fracaso estrepitoso, con "derrocamiento" de ambos a manos de la "nomenklatura", asociada con poderosos grupos de comunicación, habituados a sustituir y violentar la voluntad de los afiliados.

A estas alturas -y tras años de paciencia infinita, por agotar todas las posibilidades de regeneración y puesta al día del PSOE- ante la involución en las formas y la desorientación ideológica, algunos, entre los que me encuentro, hemos tomado la penosa decisión de abandonar definitivamente el empeño, con las consecuencias correspondientes.

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