La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El hombre que veía portadas del "Time"

Nachtwey parece salido de un filme de John Ford: hace un trabajo esencial sin esperar nada a cambio

Hay una cualidad común que acompaña a todos los grandes: son generosos. Dos años atrás, cuando la Fundación distinguió a Joseph Pérez, el historiador aprovechó un tiempo muerto para zafarse de su "séquito" y acudir con su mujer a visitar la Catedral de Oviedo. Como dos anónimos turistas. Llegaron en mala hora, con el templo cerrado, y un disgusto genuino mudó sus rostros. Pero eso no impidió que ambos atendiesen con infinita amabilidad a una pareja de historiadores que les abordó allí mismo.

En James Nachtwey se percibe esta misma generosidad. Solícito y paciente, el fotoperiodista recorrió ayer Pola de Siero sin salirse del camino de baldosas amarillas que habían preparado para él. Tras cada recodo, un fotero le enfocaba a los ojos y Nachtwey hacía lo imposible por parecer natural. Aunque esa no era su trinchera.

En las consistoriales le esperaban los honores y los ediles, y cierto rubor amaneció en el rostro del fotoperiodista. Daban ganas de cederle la cámara y ponerse uno en su lugar, saludando al alcalde con cara de darse mus. Venciendo la tentación de saltarse el protocolo, Nachtwey resistió el envite, e incluso se le vio cómodo durante su paseo por la ciudad, imaginando encuadres, viendo líneas de pase entre las piernas de los defensas, como los buenos centrocampistas. Sólo que en vez de pases, él veía portadas del "Time".

En la plaza cubierta le esperaban de nuevo los objetivos. Cazador cazado, recibió el cariño de los fotoperiodistas asturianos y la caricia de sus flashes, mientras él intentaba zambullirse en las imágenes que forman la muestra "Miraes", que no se resistió a visitar. Allí se vio al Nachtwey más genuino. Con su andar cadencioso y sus ojos profundos, es como el protagonista de una película de John Ford: un hombre resuelto que hace un servicio esencial a la comunidad sin esperar nada a cambio.

Por eso era tan extraña para él, siempre nómada, siempre oculto, esta súbita atención. Por eso, tras escuchar a cuantos quisieron hablarle, se fue sin mirar atrás. Como un héroe fordiano.

Compartir el artículo

stats