Pocas satisfacciones mayores que compartir hora y media de una tarde de octubre con adolescentes de cinco institutos de Gijón y uno de Cabrales debatiendo sobre violencia de género. Con la satisfacción además de tener como compañero de mesa a un médico de prestigio, el reputado ginecólogo Santiago Dexeus, pionero en España de la fecundación in vitro, quien trajo al mundo en 1984 al primer bebé probeta de España.
Los estudiantes del Mata-Jove, Padre Feijoo, Calderón de la Barca, Arenas de Cabrales, Real Instituto Jovellanos y Liceo La Corolla reflexionaron, con indudable acierto y desde distintos ángulos, acerca de una lacra social enormemente poliédrica que en este país, lejos de menguar, se perpetúa y alcanza cada vez a edades más tempranas.
Ocurrió en la última jornada del Congreso Internacional de Bioética, ese experimento que sobrevive gracias al empeño de Marcelo Palacios y que algunos se empeñan en torpedear denodadamente. Los bachilleres hilaron fino: había mucho talento en los intervinientes y una locuacidad tremenda. Alguno -quedó demostrado ayer- ya se expresa en público con más rotunda eficacia que la mayoría de los políticos locales. Pero no es tan importante la forma como el fondo: no todo está perdido si los adolescentes de hoy muestran semejante capacidad de análisis para ser críticos con la sociedad, terrible, que les estamos dejando en herencia. Sólo queda agradecerles el esfuerzo y la enseñanza. Gracias, Paula, Irene, Awa, Raquel, María, Julieta, Sol, María, Andrea y Ángel. Y a los pequeñines Clara y Ulises, miles de gracias.
