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Xuan Xosé Sánchez Vicente

¡Qué ríos puestos de pie...!

El fracaso del plan del Principado para incentivar el regreso de los talentos emigrados

Los medios se llenan estos días de comentarios sobre el fracaso del plan del Gobierno asturiano para incentivar el regreso a Asturies de los talentos emigrados. Los medios, y las tribunas de la oposición, naturalmente. El proyecto, al que podían suscribirse individuos y empresas, ha conseguido que lo hiciesen cero, ninguno. Pero no ha sido ese el único intento de traer del exilio a los investigadores nacidos o formados bajo la capa de Pelayo. Los ayuntamientos de Xixón y Uviéu han incluido en sus presupuestos partidas, con idénticos fines y resultados.

Menudean las discusiones y disquisiciones sobre el fracaso de los proyectos: que si la difusión de la convocatoria, lo escaso de sus dotaciones, el tiempo para el que se hubiesen establecido los contratos, etc. Ninguna de esas cuestiones tiene nada que ver, o apenas nada, sobre el fondo del asunto, la propia realidad económica asturiana y la inutilidad de la política para cambiarla.

"A la guerra me lleva mi necesidad; si tuviera dineros no fuera, en verdad", dice el mancebo que don Quijote y Sancho encuentran en el capítulo XXIII de la segunda parte del libro cervantino. Pues así es, la mayoría de los emigrantes lo hacen porque aquí no se dan las condiciones necesarias para desarrollar su proyecto vital, fundamentalmente en lo económico, pero también en otros aspectos, como sus expectativas personales y profesionales. Y esa realidad no se arregla con subvenciones a la contratación ni otras invenciones, sino con la modificación del tejido empresarial asturiano, lo que es una cuestión a largo plazo.

Pero ciertos políticos, la mayoría, son incapaces de entender la realidad, y creen (como también lo creen muchos votantes) que la política lo puede todo, que querer es poder y que, como Moisés, pueden abrir en dos el mar Rojo con solo proponérselo. La sola idea de que la realidad es inconmovible por el efecto de sus acciones les es inconcebible. Pero además, aunque lo supiesen, no ignoran que su crédito se sostiene sobre un continuo agitarse, al modo de los enjambres, emitiendo ruido con los élitros de sus boletines, presupuestos y promesas de arreglar el mundo.

La realidad, sin embargo, es inmune a las ensoñaciones. Desde el punto de vista del individuo emigrado, nada lo llama a volver a su tierra ya no si no tiene mejores condiciones económicas, sino, sobre todo, si no tiene las expectativas de cambio, aprendizaje y superación que le ofrecen entornos empresariales o investigadores más complejos o abiertos, por más grande que sea su amor a su patria y a sus mayores. Desde el punto de vista empresarial, solo funcionan aquellos proyectos que, originados en la propia empresa, tienen establecidos desde el principio los medios y las personas necesarios para actuar en su ámbito económico español, europeo o mundial. Y es desde esa lógica desde la que contratar a alguien de pronto para aquello que ya está en marcha carece de todo interés. Al margen de la rocea que, en general, tiene para las empresas que funcionan el entrar en tratos con la Administración bajo la tracción de esta. Desde ese punto de vista, esa voluntad de las Administraciones asturianas de suplir la realidad o crearla en el ámbito de los ingenios emigrados es tan inútil como esa FP dual que, con la gabita inestimable de los sindicatos, han inventado: unas prácticas en las empresas que resultan para ellas costosas e inconvenientes. De ahí su éxito.

Pero, además, la práctica de los sucesivos gobiernos y ayuntamientos en Asturies es contradictoria con el avance de la economía y el empleo. Con impuestos altos (céntimo sanitario, impuesto de sucesiones?), políticas de suelo caras y a destiempo, con inversiones sin rentabilidad que endeudan (El Musel, la Zalia?), lo que consiguen es poner dificultades para el desarrollo del tejido empresarial -y, por tanto, para la innovación y el crecimiento- y el evitar que emigren los talentos. Con todo y con ello, en los campos en que ellos saben y pueden y les es posible, muchos empresarios asturianos hacen crecer sus negocios, innovan y exportan. No hace falta que diga aquí cuáles. A muchas las hemos distinguido nosotros en el pasado con el premio "Meyor empresa del añu". Pero fuera de esos ámbitos tradicionales, ahí tienen el exponencial crecimiento en el campo de las nuevas tecnologías: por ejemplo, Techpump, que factura millones con el porno y el comercio electrónico.

Podríamos decir de nuestros políticos aquello que García Lorca dice de la protagonista de "La monja gitana" (aunque con otro sentido): "¡Qué ríos puestos de pie vislumbra su fantasía!". Pero me cabe una duda: ¿inventan porque saben que es un cuento chino lo que dicen, pero que nos lo tragamos (votándolos por hacer que hacen)? ¿o creen en serio en ello?

Yo, la verdad, prefiero pensar lo primero. Mientras sean actos de cinismo para engañar incautos, aún hay esperanza. Si no, aquel emblema que, dice el Dante, campea a las puertas del infierno, "lasciate ogni speranza", es la baltasariana mano que en la pared de nuestro presente nos indica el futuro.

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