El Ayuntamiento de Gijón ha dado esta semana un paso importante en la mejora de los cauces de la participación ciudadana en la vida municipal con las votaciones, por vía telemática en la web municipal y de manera presencial en las urnas instaladas en distintos centros socioculturales de la ciudad, para que los gijoneses decidan con sus votos qué actuaciones se llevarán a cabo con la partida de seis millones de euros destinada al presupuesto participativo. Se trata de una iniciativa novedosa que hace años que se lleva a cabo en distintos ayuntamientos españoles de distinto tamaño y signo político y que supone un mecanismo por el cual la población tiene la posibilidad de definir el destino de parte de los recursos municipales.

Se trata de una iniciativa relevante si se tiene en cuenta que buena parte de la ciudadanía considera que involucrarse en la vida municipal solo una vez cada cuatro años y en el momento de depositar el voto en la urna, es poco. La ciudadanía pretende subir un "escalón más" y ser parte de la solución de los problemas, y no sólo sujeto pasivo del sistema democrático. A nivel teórico, con propuestas de este tipo que inciden en el modelo de democracia participativa, el ciudadano deja de ser un coadyuvante de la política tradicional para convertirse en protagonista permanente de la gestión pública.

Aceptar al ciudadano individual como sujeto de participación supone un cambio importante en la cultura cívica local para el que seguramente aún no están del todo preparados ni los que gobiernan el Ayuntamiento de Gijón ni buena parte de sus gobernados. La Federación de Vecinos, que aplaude esa mejora de los cauces de presencia ciudadana en la vida municipal a través del presupuesto participativo, ha sido esta semana muy crítica sin embargo con el actual modelo municipal de consejo de distritos, órganos de participación de entidades vecinales y asociaciones de todo tipo en la toma de decisiones municipales cuya efectividad se cuestiona desde el propio movimiento asociativo. La Federación acaba de denunciar que hay obras pendientes de realizar de 2013 a 2015 que fueron pactadas en esos consejos de distrito, e inversiones pactadas que no se cumplen. Hasta el punto de que las asociaciones vecinales acaban de amenazar con abandonar los consejos si el Ayuntamiento no compromete urgentemente la realización de las obras pendientes de ejecutarse.

Esta nueva forma de gestión del presupuesto municipal puede resultar clave para lograr que los vecinos se sientan comprometidos con los destinos de su ciudad, pero se quedará en agua de borrajas, en un simple "postureo", si no conlleva la mejora de otros cauces colectivos de participación municipal, como demanda la Federación de Vecinos, impulsando los consejos de distrito y, sobre todo, cumpliendo los compromisos alcanzados en estos órganos presenciales de la ciudadanía, cuyos acuerdos han de ser vinculantes. Lo demás son sólo gestos para la galería que a la larga alejan aún más a los ciudadanos de la vida municipal, cuando nacieron, por el contrario, para garantizar a los habitantes de esta ciudad una presencia más efectiva en las decisiones municipales.