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Roma locuta, causa finita

El comité federal del PSOE ha hablado y la causa se ha acabado. ¿De verdad la dan por cerrada con 96 votos en contra de un total de 235? Está muy clara la mayoría del aparato orgánico a favor de la abstención que abrirá la segunda legislatura de Rajoy, pero no es menos obvio que la omisión de una consulta a la militancia descubre el temor -o la seguridad- de que su mayoría sería la contraria; es decir, la del "no es no". Cierre en falso, por consiguiente. Y con la garantía abstencionista en segunda votación de investidura, el no de la primera será tocar el violón para seguir perdiendo el tiempo. Bueno fuera que el PSOE no rechazase un programa del PP después de hacerlo posible.

Ese ritual en dos pasos va en paralelo con las dos fases del posicionamiento socialista. La primera, la del aparato, fue lograda el domingo. La segunda será la del grupo parlamentario, no invitado sino conminado a votar en bloque. Tal vez se plieguen algunos diputados al "mandato imperativo", pero otros no lo harán porque la Constitución los respalda. Como bastan once votos socialistas, puede darse por hecha la investidura del presidente. Pero ¿qué habrá dicho Javier Fernández al Rey para que decida encargar a Rajoy la formación de gobierno? ¿Que el candidato puede contar con 84 abstenciones, o que no sabe cuántas serán? La pregunta es algo más que morbosa, porque el dividido PSOE está consumando su ruptura interna y sociológica.

Es cierto que las terceras elecciones podrían diezmar el voto de las bases socialistas, pero evitarlas con la abstención también tendrá consecuencias en las urnas, sean cuando fueren. Y no solo por reinstalar a la derecha sino por la pasión de Podemos en hacerse única voz de la izquierda, subiendo el contenido y el continente de su interlocución para compensar las propias grietas y hacer olvidar que el fracaso de la salida alternativa es culpa suya por volcarse en el no a la investidura de Pedro Sánchez. Esa fue su oportunidad como opción de gobierno y pasarán mucho tiempo y muchas cosas antes de alcanzar la segunda. Toda la izquierda está en cuestión y Rajoy tendrá en su mano convocar elecciones en el momento que le sea más propicio. Los famosos "politólogos" ya son tan fiables como las encuestas.

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