La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

andres montes

Dejar hacer

Anticipos de lo que será la legislatura

Pierdan toda esperanza: nada cambiará. El día después de la buena voluntad comenzó ayer a poner las cosas en su sitio y el Rajoy más predecible dejó constancia de lo ingenuo que resulta esperar a estas alturas algún cambio en su manera de estar en política. Concesiones, las mínimas. Sigue en su línea, previsible, de transferencia de responsabilidades y anticipa ya que los culpables de una probable legislatura abreviada serán los otros. A punto de consumarse el "dejar pasar" entramos ya en la fase de exigencia del "dejar hacer".

El aspirante a la presidencia del Gobierno quiere a todo el Congreso tras él, hasta el extremo de que ayer reprochó al portavoz del PSOE, Antonio Hernando, su "esfuerzo por ser diferente". Podría interpretarse como una crítica a sus llamativas gafas bicolores, pero los repetidos requerimientos para que los socialistas sigan por la senda de la responsabilidad, por la que comenzarán a transitar el sábado, despeja cualquier duda sobre quiénes serán, a partir del lunes, los destinatarios preferentes de sus plomizos requiebros.

Como resistencia a ese parlamento de clones que tanto le gustaría al candidato popular, Iglesias se convirtió en puntal del abominable régimen 78 al defender que "la democracia consiste en ser diferentes". Escindido entre la calle y el escaño, el líder de Podemos adoptó ayer un perfil plano en lo gestual -salvo el abandono colectivo- para dramatizar sólo sobre la fuerza del lenguaje directo y paramilitar que lo emparienta con los revolucionarios de hace un siglo. En su vertiente metafórica, Iglesias es un hombre fuera de su tiempo, al que el electorado, como ironizó ayer Rajoy, le envejece de forma acelerada, lo que, como efecto secundario, provocó a Podemos la pérdida de más de un millón de votos de jóvenes que en apenas seis meses dejaron de serlo. En esa querencia de la retórica añeja, el aspirante a jefe de la oposición recurrió al aura de su nombre al citar al fundador del PSOE. "Merecer el odio de nuestros oligarcas será la mayor de nuestra dichas", dejó escrito el otro Pablo Iglesias. Esa fue su manera de intentar arrebatarle al PSOE la memoria, como prolongación del afán de despojarlo de su papel de cabeza opositora. Antonio Hernando, modelo de supervivencia política, convertido con furor de converso en martillo de los herejes socialistas que persisten en el "no" a Rajoy, abrió el listado histórico de reproches de la izquierda. Hernando que, según la doctrina de Podemos, formaría una pareja tintinesca con su homónimo portavoz del PP, buscó en el pasado un consuelo que aligere el penar socialista. Las encrucijadas del marxismo, la reconversión industrial o la reforma de las pensiones puntean el historial de crisis del PSOE, de las que salir "no fue fácil, pero el tiempo nos dio la razón", según la letanía del portavoz flotante. La esperanza siempre encuentra un cobijo en el pasado.

Compartir el artículo

stats