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Catedrático de Literatura Medieval y del Siglo de Oro

Lutero y la Reforma protestante en su V Centenario

El día que el teólogo alemán colgó sus 95 tesis a la puerta de la iglesia de Wittenberg

El día 31 de octubre de 1517 Lutero colgaba sus noventa cinco tesis a la puerta de la iglesia de Wittenberg. Dicha fecha se la considera el nacimiento de la Reforma protestante. De ahí que el último día de este mes, en Oslo, comiencen los actos del V Centenario del Luteranismo con la asistencia prometida del Papa Francisco; su presencia está siendo controvertida, como era de esperar. Sin embargo, se ha de admitir que han pasado, afortunadamente, los tiempos en que Lutero estaba encorsetado por viejos tópicos adjetivales, ya estereotipados; de una parte era el hereje, el impío, el malvado, el destructor del cristianismo occidental; de la otra, por el contrario, sería el restaurador del primitivo cristianismo, el gran teólogo de Wittenberg, la encarnación del espíritu alemán a la altura de Goethe o Kant.

Dentro de la abundantísima bibliografía sobre Lutero, España también tuvo y tiene sus luterólogos que ofrecen visiones muy diferentes. El P. Rivadeneira (s. XVI), Jaime Balmes y Menéndez Pelayo abastecieron durante décadas los sermonarios católicos y las pláticas de espiritualidad; más recientemente los estudios de Ricardo García Villoslada o Teófanes Egido, desde el ámbito católico, y Akitson o Émile G. Léonard, desde la vertiente protestante, se alejan de la militancia religiosa -la historia ha de ser aséptica- y nos ofrecen una visión de Lutero más en consonancia con la realidad de los hechos tal y como nos la revelan las fuentes del siglo XVI.

Empecemos por decir que la necesidad de una reforma de la herencia del cristianismo medieval era un deseo manifiesto tanto en España (Cisneros, Hernando de Talavera, los Jerónimos?) como en Centro-Europa (la llamada "devotio moderna" o el erasmismo). Pero quien llevó hasta el extremo las consecuencias de esta "protesta" fue Martín Lutero, firmando la ruptura del cristianismo occidental. De ahí que su biografía sea una de las más controvertidas por parte de los estudiosos de nuestro siglo XVI. Desde mi modesta atalaya, como historiador de la literatura española de esa centuria, ofrezco algunas consideraciones que someto a consideración de los posibles lectores interesados.

Es evidente que Lutero cometió reiterados errores doctrinales y disciplinares por los que, en el contexto de la época, Roma se vio obligada a condenarle como hereje; este es el aspecto más divulgado de su biografía: el gran hereje. Su carácter impulsivo y el ardor de la polémica le llevaron a posiciones extremas, innecesarias, por las que rompió con la tradición común de la cristiandad. Dicho esto, hay, sin embargo, otros aspectos positivos, tanto de la persona de Lutero como de sus correligionarios, que, a mi juicio, deben señalarse.

En primer lugar, Lutero tuvo una nada despreciable formación universitaria en Erfurt y en Wittenberg; se rodeó de un grupo de grandes humanistas, como Melanchton, una corriente de la cual no era ajeno, cuya impronta sazona sus comentarios bíblicos y la traducción de la Biblia al alemán directamente del hebreo, el griego y el latín. El binomio Lutero-Erasmo no llegó a unificarse; la tesis luterana sobre la naturaleza corrompida del ser humano no podía sintonizar con el axioma humanista del "hombre como medida de todas las cosas"; Erasmo y Lutero coincidían, sin embargo, en su "protesta" contra la teología medieval; Lutero fue un enemigo acérrimo de la escolástica aristotélico-tomista; para él la única fuente del quehacer teológico era la Biblia. En este sentido hay que reconocer que antecedió a Melchor Cano, el gran maestro renovador de la nueva teología, en su "De los lugares teológicos". Mientras el dominico español desaconsejaba leer la Biblia en sus lenguas originales -solo la Vulgata era la versión canónica para el español-, Lutero estaba dedicado a su gran proyecto de facilitar la lectura de la palabra de Dios a los cristianos alemanes; partía para ello no del texto de la Vulgata, sino de los textos originales. Un principio elemental para cualquier filólogo, rasgo que le une a Erasmo. Este principio metodológico, elemental en crítica textual, propició que los estudiosos protestantes de la Biblia hayan sido pioneros en el estudio científico de las Sagradas Escrituras. Se podrían poner muchos ejemplos de crítica textual y crítica literaria aplicados a la Biblia desde ediciones críticas del texto, estudio de las fuentes, proceso de composición y estructura literaria, historia de las tradiciones? Nombres tan sonoros como M. Dibelius, R. Bultmann o G. Kittel, así como el llamado método de "historia de las formas", dejaron una fuerte impronta en la exégesis católica. ¿Qué decir del comentario de Lutero a la carta de san Pablo a los romanos sobre la justificación por la fe como don gratuito de Dios, eje de la teología luterana? Uno de mis más queridos y admirados profesores del "Prau Picón", don Enrique López Fernández, reconocido especialista en literatura bíblica -y si se me permite, mejor persona-, evocaba, también en una compartida "Tischrede", al renombrado Stanislav Lyonnet, catedrático de la Universidad Gregoriana en Roma, quien, al terminar de explicar la citada carta paulina, concluía: "Lutero fue mucho más que un fraile que se casó con una monja". La justicia bíblica -y más en concreto en san Pablo- no coincidía con el concepto de justicia elaborado por la escolástica del "do ut des". Por eso era imposible el diálogo entre Lutero y el cardenal Cayetano; hablaban lenguajes diferentes; la Biblia frente al escolasticismo, san Agustín frente a santo Tomás. De ahí que sea comprensible el encono de Lutero al salir de aquella frustrada reunión de Ausgburgo. Como dirá Teófanes Egido," nunca se le ofreció ser escuchado imparcialmente; siempre se le quiso forzar a la retractación escueta e incondicionada. Dado su carácter, era empujarle a la rebeldía abierta".

Si del campo filológico pasamos a otras manifestaciones de la religiosidad evangélica ¿qué decir de Johan Sebastian Bach, protestante y gran admirador de Lutero, como lo demuestran los libros de su biblioteca? El gran Chateaubriand, que desmoronó el andamiaje racionalista y ateo de los enciclopedistas franceses del siglo XVIII, dirá, en "El genio del cristianismo", que la religión más hermosa es la más verdadera. Si aplicamos este axioma al mundo del arte qué decir de Johan Sebastian Bach. El gran organista y maestro de capilla de Leipzig ¿no representa el mayor logro de la expresión del sentimiento religioso a través de la música? ¿No es un orgullo para los organistas católicos de nuestras catedrales interpretar sus partituras? Incluso los economistas de todo el mundo tienen en "La ética protestante y el 'espíritu' del capitalismo", de Max Weber, una referencia ineludible para la historia económica; naciones profundamente protestantes como Suiza, Países Pajos, Dinamarca, Suecia, Noruega, ¿no son la avanzada del progreso social y económico?

Otra faceta de Lutero, poco estimada en el campo católico, es la de padre y esposo. Explicar el protestantismo como fruto de un "lío de faldas" entre un monje y una monja es un marbete lingüístico deleznable que califica igualmente a quienes lo propalan; Lutero se casó tardíamente, a los cuarenta años, y hasta cierto punto presionado por sus correligionarios. Fue un esposo cariñoso hasta el extremo con su esposa Catalina (Caty) y responsable de la educación de sus seis hijos, y tuvo que sobrevivir dolorosamente a tres de ellos; las llamadas "conversaciones de sobremesa" ("Tischreden"), fuentes fidedignas al decir de García Villoslada, nos descubren la dimensión más humana del Reformador. Quizás se haya insistido demasiado en sus doctrinas y se haya menoscabado lo que concierne a su vida y a su personalidad, es decir al hombre.

Este V Centenario del nacimiento del protestantismo está siendo muy preparado por la iglesia evangélica alemana, no como una victoria frente al catolicismo, sino como una dolorosa ruptura en la que hubo errores y culpas por ambas partes. La universidad española también lo está haciendo. Los días 26 y 27 de este mes de octubre la Universidad de Alcalá de Henares acogió un congreso sobre "Reforma protestante en España". Desde Asturias el Seminario de Estudios Medievales y del Siglo de Oro de la Fundación y Aula Valdés-Salas tiene previsto celebrar, el año próximo, un gran congreso sobre "Lutero y sus escritos". Especialistas en el siglo XVI de distintas universidades españolas y extranjeras lo están preparando. Conviene reseñar además que la biblioteca universitaria de Oviedo se honra de tener las obras completas del Reformador en más de noventa gruesos volúmenes; es la llamada edición de Weimar, una edición rarísima en las bibliotecas españolas. Se lo debemos al buen hacer de su director, Ramón Rodríguez.

El viaje programado por el Papa Francisco a Oslo para iniciar este V Centenario del luteranismo, organizado por la iglesia evangélica, puede significar algo más que una visita protocolaria. Un muy renombrado luterólogo escribía a mediados del pasado siglo que la verdadera biografía de Lutero no se escribiría hasta el V Centenario del nacimiento del protestantismo. Ojalá que así sea.

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