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En manos de Rajoy

En el momento de escribir estas líneas faltan pocas horas para que, previsiblemente, Mariano Rajoy sea reelegido como presidente del Gobierno, tras dos procesos electorales y más de 10 meses de parálisis política. La abstención del PSOE (unida a los votos de PP y C's) permitirá la formación de un Ejecutivo popular, en minoría. Pero, pese a esa aparente debilidad, el debate de investidura mostró que el líder del PP tiene la sartén por el mango.

En primer lugar porque, quien se presentaba como alternativa en el campo del centro-derecha, Ciudadanos, ha quedado reducida a una posición subalterna, aspirando solo a modular las políticas que procedan del Gobierno. Enfrente, el PP tendrá a la radicalidad de Podemos que, por su propia naturaleza y ante el liderazgo actual (un agresivo Pablo Iglesias), puede capitalizar el descontento? pero sigue sin ser percibida como opción gubernamental (entre otras cosas porque el gran mal de la economía, el paro, ha remitido en los últimos tres años y medio -al descender del 27% al 19%).

Aunque, sin duda, lo que garantiza cierta tranquilidad al nuevo Gobierno es la precaria posición de quien había sido el otro gran partido de la restauración democrática: el PSOE. Sin liderazgo, gobernado por una gestora y con una clara división interna (visible con la rebelión de los socialistas catalanes, mantenidos en el no a Rajoy, pese a las órdenes de abstenerse), necesita tiempo para reconstruirse como alternativa? sin que el éxito de dicha operación esté asegurado. Si el PSOE tuviera la tentación de obstaculizar la gobernabilidad, Rajoy ya ha advertido que puede convocar elecciones en seis meses y acabar de hundirlos. De este modo, el líder popular podrá afrontar los principales retos que tiene por delante (la economía y el secesionismo en Cataluña) sin el lujo de la mayoría absoluta, pero con pocos agobios. Por el momento.

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