Cimadevilla, el barrio alto de la ciudad, el legendario enclave marinero de Gijón, contenedor de valiosos restos históricos de la época romana y una de las zonas de mayor atractivo turístico de la ciudad, da muestras en los últimos meses de una notable efervescencia social, a raíz del debate abierto sobre los usos para el edificio de Tabacalera, actualmente en proceso de rehabilitación para dar cabida en el futuro al gran museo de la ciudad.

Esta actuación en marcha supondrá una oportunidad única para revitalizar el barrio, dotándolo de un equipamiento cultural capaz de exhibir la historia de Gijón compartido con un espacio destinado a la promoción de la industria creativa local, según los planes que maneja el Ayuntamiento. Los vecinos y colectivos sociales de Cimadevilla quieren vincular ese proyecto al plan de dinamización de esta zona del centro de la ciudad, que incluye un paquete de medidas consensuadas por los agentes sociales y culturales del barrio y que la Corporación municipal se ha comprometido a resolver.

El Ayuntamiento de Gijón tiene aún muchas cuentas pendientes con este barrio emblemático que sufre viejos y a la vez graves problemas de accesibilidad, el único de Gijón por el que no transita el autobús urbano; cuyo centro de salud más cercano, el de Puerta de la Villa, se encuentra a más de un kilómetro de distancia; donde el único colegio público lleva reclamando desde hace más de 15 años una pista cubierta y algunas de las calles, con pavimento de adoquín, no se han renovado desde hace un cuarto de siglo. A lo que hay que sumar la existencia de una zona de ocio nocturno donde los vecinos sufren las frecuentes molestias que ocasiona a su descanso la apertura de algunos establecimientos hosteleros hasta altas horas de la madrugada.

Respecto al edificio de Tabacalera, existen discrepancias entre la plataforma ciudadana y el gobierno local sobre la gestión futura y los usos del edificio, una vez que culmine el largo proceso de rehabilitación del notable inmueble. El colectivo cultural pretende un centro cultural autogestionado, "pegado a la calle y realista", capaz de convertirse en un estímulo que devolvería al barrio "actividad diurna" en contraprestación a las molestias nocturnas. La plataforma señala incluso la posibilidad de incorporar Tabacalera como núcleo de una red que integrase equipamientos ya existentes de la época romana, como las termas del Campo Valdés, la Campa Torres o la villa de Veranes. Una iniciativa, ésta última, digna de tenerse en cuenta.

El debate está abierto en tanto se definen los usos finales del edificio que ocupó durante décadas la industria tabaquera hasta su cierre en 2002 y que con anterioridad tuvo uso religioso como convento de las agustinas recoletas. Conviene al Ayuntamiento abrir un proceso de participación ciudadana, para que los vecinos de Cimadevilla vean ese equipamiento como algo suyo que aportará valor añadido no sólo al barrio alto sino al conjunto de la ciudad. Al tiempo que hay que avanzar en resolver las ya añejas demandas de un barrio que aspira a ser más habitable y a estar mejor dotado.