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Babayu

¿Cuál es la ideología del candidato presidencial republicano Donald Trump? ¿Quiénes son sus votantes y a qué intereses representa su política? Sin duda, saberlo no es sólo de interés para los propios ciudadanos norteamericanos, sino también para todos y cada uno de los habitantes del planeta, dada la función imperial que Estados Unidos ejerce a escala mundial y la oleada de populismos de ultraderecha que nos acecha. En cierta manera, todos y cada uno de nosotros nos jugamos algo importante en el resultado de la carrera presidencial norteamericana.

Más allá de su comportamiento atrabiliario, faltón y soez, que encaja perfectamente en lo que en Asturias calificaríamos con algunas de las acepciones de "babayu" (eso sí, sin incluir en este caso el matiz de inocentón y no peligroso que a veces conlleva el término), la ideología que defiende el candidato republicano no es sino la de un populismo de ultraderecha que sobrepasa las posiciones de ultraderecha del republicanismo representadas por el sector del "Tea Party".

Esta ideología es una espeluznante combinación de racismo, xenofobia y misoginia que propugna una sociedad norteamericana basada en la supremacía blanca anglosajona de la que habría que expulsar a todos los inmigrantes que, como los mexicanos, son todos potenciales violadores y ladrones, o los de procedencia árabe y religión musulmana, todos terroristas en potencia. Además su modelo es el de una sociedad dominada por los hombres como corresponde a su machismo basado en su creencia de la inferioridad natural del género femenino que, en realidad y dado su talante rijoso, su principal papel social es el de proporcionar la satisfacción sexual de los hombres.

En los niveles político y económico, su populismo ultraderechista defiende un nacionalismo a ultranza teñido con un autoritatismo que en cierta medida va en contra de los valores liberales democráticos que siempre han dominado el sistema político de Estados Unidos desde su creación. No es casual que su candidatura haya propiciado incluso entre los medios de comunicación del país el desarrollo de un intenso debate sobre el fascismo, debate que el candidato republicano sigue alimentando con sus citas a Mussolini o su sinuosa advertencia de reservarse la opción de aceptar o no el resultado de las elecciones del día 8 de noviembre.

Ese nacionalismo se traduce en política exterior en un rechazo de "la política exterior del poder blando" con la que se ha tratado (sobre todo, por los demócratas) de justificar el domino militar y económico norteamericanos en el mundo con el objetivo de extender los valores universales de la libertad y la democracia. Esa política exterior sería pragmática y realista. Estaría determinada únicamente por los intereses propios norteamericanos, lo que supondría incluso, si esta no los obstaculiza, la convivencia con la Rusia de Putin, al que Trump admira y del que pretende ser su amigo.

Del mismo modo en lo económico propugna un abandono del apoyo a la globalización económica neoliberal y en consecuencia un rechazo a la libertad del comercio exterior, que, en su planteamiento, ha sido una de las casusas de la decadencia económica norteamericana, y la vuelta a un proteccionismo económico a ultranza.

¿De dónde sale el gran apoyo que el proyecto político de Trump está teniendo? Todos los datos que tenemos, parecen indicar que la propuesta populista de ultraderecha del candidato republicano ha activado el apoyo de una gran parte de esa numerosa población que en el sistema norteamericano no participa en las urnas y un importante sector de clase trabajadora, incluso la sindicada, localizada en las regiones del nordeste del país y que ha sido especialmente castigada por las deslocalizaciones derivadas de la crisis económica, pero también de otros sectores de las clases populares descontentas con la gestión sesgada que el gobierno norteamericano ha realizado de la crisis financiera, rescatando a las élites financieras y dejando a su suerte a las capas de trabajadores blancos pobres y que sufren la competencia desleal de los inmigrantes.

La propuestas populistas de Trump, sin embargo, como la historia ha demostrado en tantas ocasiones, además de ser antidemocráticas e ir contra los derechos humanos universales reconocidos, más que dar solución a los que lo apoyan, terminarían por beneficiar solamente al sector de la élite económica norteamericana del que el candidato republicano forma parte.

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