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Asesor de invversiones. Socio de Compromiso Asturias XXI

Educación financiera: un "must have"

La nueva normativa que sienta las bases de homologación de los conocimientos necesarios para desempeñar labores de asesoramiento

Nunca tres números habían suscitado tal interés en el sector financiero como el artículo 25.1 de la próxima normativa MiFiD II. La directiva europea sobre mercados e instrumentos financieros sienta las bases de homologación de los conocimientos suficientes y necesarios para desempeñar labores de asesoramiento financiero en el sector bancario Europeo.

Concretamente, tal artículo refleja la necesidad de demostrar las aptitudes y conocimientos necesarios para prestar servicios de asesoramiento financiero a clientes, así como informar sobre productos de inversión. Esto produce un auténtico punto de inflexión en el sector bancario europeo, en el cual hasta la fecha no era de obligado cumplimiento la tenencia de un certificado que acreditase a los empleados para desempeñar sus funciones.

Quizá la grave crisis financiera que hemos vivido, con las hipotecas subprime como máximo exponente en Estados Unidos y el caso de las preferentes en España, haya propiciado que la ESMA (Autoridad Europea de Mercados y Valores) tome cartas en el asunto. Bajo mi punto de vista se hace especialmente necesaria su intervención para evitar caer nuevamente en los errores del pasado.

Aún es pronto para determinar qué certificación de las múltiples que existen en el mercado será la elegida por la ESMA como acreditativa de conocimientos. Existen varias como la certificación European Financial Advisor (EFA) de EFPA España. Quizá lo más consecuente sea que la ESMA otorgue plenos poderes de decisión a las comisiones nacionales de valores de cada país y éstas decidan en común consenso con las entidades financieras. Lo que parece claro es que la certificación EFA con sus más de 10.000 certificados en España sea una de las claras candidatas. Otorga un amplio abanico de conocimiento en los diferentes productos financieros así como un plus de ética sin dejar de lado temas tan importantes como los seguros o la matemática financiera. Su enfoque directo sobre empleados de banca (privada/personal/comercial) y su hincapié en la ética profesional hacen presagiar que será la que cuente con más adeptos.

En países como Reino Unido las entidades financieras están adelantándose para formar y certificar a sus plantillas, cerrando incluso temporalmente sus divisiones de asesoramiento financiero. En Estados Unidos ya cuentan con una licencia sine qua non para el desempeño de la actividad financiera, la licencia 79.

De cara al cliente el artículo 25.1 otorgará un plus de transparencia y confianza con su asesor y entidad, sabiendo que posee una certificación que le acredita, cuando menos, como apto para el asesoramiento financiero. Y no sólo eso, en caso de ser EFA, una obligada recertificación y actualización de sus conocimientos. Otra ventaja es la reducción de la canibalización del sector con entidades no registradas en la CNMV en virtud de un plus de calidad por parte de las entidades registradas con plantillas certificadas y homologadas.

Todo esto me viene a la cabeza tras plantearme qué haría un empleado de banca si tras décadas en el sector tuviese que reciclarse para buscar de nuevo una oportunidad profesional. Esto no es una cuestión baladí, asistimos de forma continuada a reestructuraciones, prejubilaciones, despidos y cierres de oficinas. La era digital ha llegado para quedarse, sí, incluso a algo tan personal como es la banca. No ha hecho más que comenzar la obligada reconversión bancaria.

En Asturias contamos con cerca de 800 oficinas y 3.000 empleados. Comparativamente hablando, nos encontramos en un punto donde la bajada de los tipos de interés, la reducción de márgenes y la desaparición del negocio inmobiliario han dilapidado gran parte de las oficinas y empleados de dicho sector. No sólo en Asturias sino en España en general. Si se fijan, hace años el sector se encontraba muy atomizado; sin embargo, hoy los bancos presentes en el territorio español se pueden contar con los dedos de las manos. Esta concentración no hace más que añadir un riesgo sistémico al sector o quizá ¿serán demasiado grandes para caer? En cualquier caso, la competencia genera negocio y aumenta la calidad. Por ello en términos de competencia por un puesto laboral en banca la calidad de la formación y la especialización marcan hoy la diferencia.

En un mundo tan dinámico y complejo como es el de la inversión todos los conocimientos son pocos para ofrecer un asesoramiento de calidad que se adapte perfectamente al perfil del cliente. La MiFiD II y su artículo 25.1 traerán consigo la profesionalización definitiva y demandada del sector financiero.

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