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Nueces de California

Free Speech

El movimiento de la libertad de expresión en la California de los años 60

"No comparto sus ideas,

pero defendería con mi vida el derecho a expresarlas".

(Voltaire)

"La libertad de expresión consiste en decir lo que la gente no quiere oír". (G. Orwell)

Cantaba Albert Hammond cuando yo tenía 11 años "Nunca llueve al sur de California". Cuando oía esa canción, Albert me hacía soñar. Por aquella época empezaron a venderse los radiocasete y no era barato conseguir cintas. Recuerdo que cuando nos regalaron el aparato solo teníamos una de Víctor Manuel, la famosa en la que hablaba de Carmina, del abuelo Víctor y de las romerías del valle de Cenera en la Fiesta del Patrono. Recuerdo cómo nos divertíamos grabando y oyendo nuestra voz.

Víctor Manuel era un preludio de lo que iba a pasar posteriormente, ya que siendo asturiano para triunfar hay que marcharse a Madrid. Eso fue lo que hizo, y de vez en cuando volvía a la tierruca, recobraba el acento de Mieres, daba algún concierto en el que mezclaba asturianía y protesta, y todos contentos. En Asturias somos así, reconocemos al que se va y triunfa, como todos esos indianos que de guajes se fueron, y que algunos volvieron al pueblo que les vio nacer e hicieron esas casonas, traídas del nuevo continente junto con la palmera, construyéndolas entre vecinos que se habían quedado y vivían entre vacas y panoyas, rodeados de hórreos sufridores en mal estado, porque la miseria nunca ayuda a cuidar el patrimonio. Y hoy en día, aprovechamos la odisea de estos indianos de patera a vapor y mostramos las fotos de algunos de estos palacetes en las guías turísticas, sin explicar por qué estas construcciones están aquí y no en América. ¿A quién le interesan los problemas?

Me recuerda cuando en nuestro periplo americano visitamos las antiguas plantaciones en torno al Mississippi river, que en lengua Ojibwe significa, "río grande", el "al-wadi al-kabir" de América. En estas tierras se grabó la película "Lo que el viento se llevó", en la mansión de Twelve Oaks. Nos llamó la atención que en todas se hablaba de la historia de la casa y sus colonos, pero no de los esclavos. Siempre se tarda varios siglos en aceptar una historia trágica, como fue la guerra de secesión y la esclavitud, y a veces nunca se llega a aceptar del todo. Solo tienen que ver lo que ocurre en España con el periodo franquista tras la Guerra Civil. Mientras que Hitler y Mussolini murieron en contienda, Franco murió en la cama apaciblemente, y eso nos ha generado un problema que tardará muchos años en resolverse.

Cuando oía a Albert Hammond con sus largas patillas y pantalones de pata de elefante "flower-power", ya me imaginaba que estábamos en grados diferentes de desarrollo. Por entonces en la Universidad de Berkeley estaban en pleno "Free Speech Movement", el movimiento de la libertad de expresión, liderado por un grupo de estudiantes como Mario Savio o Jack Weinberg, entre otros. Es famoso el discurso de Savio "Bodies upon the gears": "Hay un momento en que la maquinaria se vuelve tan odiosa y da tanto asco que uno no puede participar, ni siquiera pasivamente. Tenemos que poner los cuerpos sobre los engranajes, sobre las ruedas, sobre las palancas, hasta que se detengan. Tenemos que mostrar a las personas que las conducen, y a sus dueños, que si no somos libres nada podrá funcionar".

Weinberg fue uno de los detonadores de la protesta, cuando, negando su identificación, fue arrestado por la policía del campus. Un movimiento espontáneo de unos 3.000 estudiantes rodeó el coche de policía en el que iba a ser transportado, que permaneció durante 32 horas inmovilizado con Weinberg dentro. Algunos (entre ellos Savio) incluso lo utilizaron como tribuna donde dar sus discursos, hasta que Weinberg fue liberado sin cargos. La bella Joan Báez fue la poetisa y cantante de dicho movimiento. El "Free Speech Movement" recibió el golpe de gracia cuando Ronald Reagan, ese actor mediocre que tan buena pareja hizo con la dama de hierro, fue elegido gobernador de California y decidió "limpiar" el campus. No obstante, la Universidad de Berkeley guarda en la actualidad un centro de debate en honor a este movimiento, donde yo solía tomar café. Savio sigue siendo una figura estudiantil y Berkeley conserva ese halo de libertad e independencia que la hizo única. El 100% del desarrollo posterior de California se debe a la calidad e independencia de sus universidades públicas.

Eran los años 60 y nosotros seguíamos con los corderos al hombro en manos del nacional catolicismo. Nada que ver con el paraíso californiano. Lo peor es que en 2016 la brecha aún se agranda y España, bajo la ley mordaza, está más cerca del modelo Reagan-Florida, que del Silicon Valley-California. Dice un compañero de Universidad que a Estados Unidos hay que ir a aprender, no a enseñar. Tiene toda la razón. Estaría bien que nuestros representantes se dieran una vuelta por allí y se impregnasen del espíritu del Big Sur californiano. Allí no hacen falta institutos de desarrollo económico, pues todo es innovación, desarrollo y creación de riqueza. Allí los "business angels" tienen alas y saben que se necesitan millones de dólares, talento y paciencia para que prendan las ideas, se desarrollen y generen un "cash-back" amplificado. Buscar en España financiación es más difícil que encontrar un oasis en Death Valley. Es una pérdida de tiempo, esfuerzo y talento, que termina en la basura, porque los ricos en España son pobres de espíritu, e ignoran que el dinero solo sirve para generar riqueza y bienestar, no para atesorarlo y gastarlo en tonterías.

Adoro California, tanto, tanto, que hasta me he tatuado su nombre en mi antebrazo izquierdo. Me gusta mostrarlo a mis estudiantes mientras escribo absolutamente todo en la pizarra con la mano derecha, nada de "power-mierdas". Quiero que aprendan, quiero que sueñen. Me gusta esa tierra, adoro cuando te dicen: "You rock!". California no es para envidiosos, vagos, mediocres o procastinadores. Tampoco es tierra de funcionarios aburridos. Desearía que la Universidad de Oviedo fuese la de Berkeley. Nuestra universidad debería inmortalizar la figura del rector Alas con un espacio para el debate, al igual que se hizo con Valdés Salas y el padre Feijoo, porque son aquellos que defienden nuestra libertad quienes merecen el respeto y el recuerdo. Y me gustaría que hubiese una escultura en honor de los Alas, por todo lo que han dado a esta tierra, y que ésta se sufragase por subscripción popular. Y desearía que las cadenas de los poyos, bonito nombre, que rodean el edifico histórico recuperasen su sentido: la definición de un territorio aforado, independiente, sin miedos, abierto al debate científico, humanístico y social. Nuestra Universidad y nuestra región son cada vez más aburridas. Es imposible atraer talento, y mucho menos retenerlo. Nadie viene y algunas figuras ya se han marchado. Y si seguimos así, mal gobernados, la desbandada podría ser de órdago. "Oír, ver y callar", decía mi abuela Benigna. Veo, intento oír (aunque me cuesta) y me callo si me da la gana, cuando nadie me obliga ni me tocan las narices.

"That's all folks!", que decía Bugs Bunny cuando era joven.

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