Hubo ayer de nuevo un llamamiento de Javier Fernández al diálogo entre las diferentes fuerzas políticas con representación en la Junta General del Principado para intentar hacer gobernable la comunidad autónoma. Fue, una vez más, una llamada, una oferta, hecha sin convicción. Había que hacerla y el jefe del Ejecutivo autónomo la hizo. Dirigida casi en exclusiva a la izquierda; pero siendo consciente de que un acercamiento entre el PSOE y Podemos en Asturias es muy pero que muy difícil, por no decir imposible.
Pidió Javier Fernández a los podemistas que si deciden sentarse a negociar con el Gobierno socialista lo hagan sin "simulacros" ni "engaños" y no poniendo "excusas" para desentenderse del compromiso con Asturias. Utilizó prácticamente las mismas palabras que los dirigentes regionales de Podemos emplean para criticar al presidente del Principado, para descalificar su labor. Si eso es lo que piensan unos de otros los máximos responsables de ambas organizaciones -que lo es- es evidente que no hay posibilidades de acercamiento, que todos los puentes para el diálogo están rotos antes de empezar a construirse.
Si algo inquieta sobremanera a Javier Fernández en estos momentos -además de, por supuesto, la situación interna del PSOE que ahora dirige como presidente de la Gestora- es el desafío soberanista. En sus críticas al independentismo el jefe del Ejecutivo asturiano fue en su discurso de ayer, probablemente, más lejos que nunca. Y lo hizo, entre otras cosas, para desacreditar no sólo la insolidaridad de quienes defienden abiertamente la independencia de determinados territorios españoles y que ponen claramente en riesgo el sistema de pensiones, sino también la de Podemos, la de la "presunta izquierda" que interioriza el "marchamo independentista" y fragiliza el Estado del bienestar. Le pidió al partido morado -sin nombrarlo, eso sí- que no esté "callado y mirando para otro lado o sonriendo mientras se quiebra la solidaridad porque se imponen los territorios a las personas".
Tras lo sucedido en Madrid, tras la abstención de los diputados socialistas que permitieron la investidura del popular Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, a Javier Fernández por supuesto que le gustaría alcanzar un acuerdo de izquierdas en Asturias que le posibilitara sacar adelante los Presupuestos de la región para el próximo año. Le vendría muy bien, pero como es consciente de que tanto Emilio León como Daniel Ripa y el resto de los pesos pesados de Podemos en el Principado no están por la labor no va a rebajar ni un ápice su empuje, su presión, contra el partido morado; pero, eso sí, transmitiendo siempre el mensaje de que la prioridad socialista es el pacto de izquierdas y que si no se logra no es por su culpa.
Lo que falta por saber ahora es qué sucederá dentro de algunas semanas cuando, si todo discurre dentro de lo previsible, el acuerdo entre PSOE, Podemos e IU se estime que es irrealizable. ¿Será entonces factible una aproximación entre socialistas y populares para intentar consensuar unas cuentas regionales para 2017? Tal como está ahora la situación interna en la Federación Socialista Asturiana esta opción parece muy remota. En todo caso, hay que recordar que hay antecedentes, que el PP permitió a Javier Fernández sacar adelante los Presupuestos hace dos años.
La debilidad política del presidente asturiano es evidente: su Gobierno sólo cuenta con el respaldo seguro de 14 de los 45 diputados de la Junta General. Pero no está dispuesto a dar síntomas de fragilidad que puedan ser utilizados por el resto de los grupos, fundamentalmente Podemos (el PP debe intentar tejer una estrategia de oposición comedida aunque sólo sea por cortesía tras lo sucedido en el Congreso). Pero se ponga como se ponga, la endeblez del Ejecutivo socialista está ahí. Y sólo va un año y medio de legislatura autonómica. Algo tendrá que inventar Javier Fernández para desbloquear la actual situación política asturiana.
