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Del sueño a la pesadilla

Nueva sorpresa para los apologistas de lo políticamente correcto. Las presidenciales de Estados Unidos las ha ganado Donald Trump, quizás el candidato más tosco, ignorante y maleducado de toda la historia política de EE UU. Y lo hizo tras una campaña en la que no fue visible un programa coherente de gobierno salvo ocurrencias estrambóticas sobre el cambio climático (que niega), la OTAN (cuya factura pretende pasarle a Europa), el racismo (anunció la construcción de un muro con México), el machismo (las mujeres son instrumento de placer para el hombre) y varios disparates más, que escandalizan y preocupan. Pero todo eso no fue motivo para evitar que una enorme marea de votantes descontentos (trabajadores de industrias cerradas, supremacistas blancos, etc.) desbordase las previsiones de un "establishment" que se ha hecho odioso para el sector de población más golpeado por la crisis.

Apoyando en las urnas la candidatura de Trump, todos esos millones de personas le han dado una patada en el culo a la gente exquisita de Washington que había apostado su dinero a lo que creían victoria segura de la señora Clinton, una política profesional de larga experiencia. En la noche electoral tuve ocasión de ver y oír en la primera cadena de TVE la opinión del catedrático emérito de la Universidad Complutense Rafael Navarro Valls (hermano del que fue portavoz del Vaticano con Juan Pablo II), entrevistado en su condición de experto conocedor de la realidad norteamericana. El señor Navarro Valls quiso tranquilizar al resto de los contertulios y a la audiencia sobre las escasas, a su juicio, posibilidades de Trump. Y dio, entre otros argumentos, uno que le pareció fundamental: la candidatura de Hillary Clinton había gozado de una financiación muy superior a la de Trump. Y claro está, si el mundo del dinero apostaba por la ex secretaria de Estado en contra de un millonario del sector hostelero, la suerte estaba echada.

Pocas horas después se vio que el pronóstico había errado estrepitosamente. Los mercados manifestaron su decepción y las bolsas cayeron en todo el mundo. Transitoriamente, por supuesto, porque el mundo del dinero siempre hace buenos negocios en situaciones de crisis. Es fácil prever que tras la sorpresa brotarán como los hongos miles de análisis para explicar lo aparentemente inexplicable desde todos los puntos de vista. Mientras eso llega, tengo que recordar algunas opiniones del fallecido Gore Vidal y del famoso lingüista Noam Chosmky, dos intelectuales norteamericanos de reconocido prestigio, sobre la evolución previsible de su país. El primero, en su libro "Patria e Imperio", apuntaba que EE UU tenía ingredientes sociales que podrían facilitar una deriva hacia un fascismo de nuevo cuño. Y el segundo, que acaba de estar en Barcelona, destacaba el alto indice de fundamentalismo religioso de un alto porcentaje de la población. El sueño americano se convierte en pesadilla.

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