Algunos políticos de este país están decididos a pasar a la posteridad en nombre del chascarrillo y del despropósito. Pues adelante con los faroles.
Si anteayer era Pedro Sánchez el que ufanamente anunciaba a los cuatro vientos que estaba dispuesto a viajar personalmente a Washington para apoyar a Hillary Clinton que se encontraba en Nueva York sin saber lo que le esperaba en las urnas, ahora es la cualifcada dirigente de Podemos, Irene Montero, la que ha advertido seriamente a Trump de que la tendrá a ella y a su partido enfrente.
El asunto se las trae, el futuro presidente de Estados Unidos, tras ser informado de las intenciones podemitas, ya está haciendo acopio de ansioliticos para superar el ataque de pánico como consecuencia de la amenaza. No es para menos, el hecho de que Irene Montero sean tan poco partidaria de que los americanos hayan elegido como inquilino del Oval para los cuatro próximos años a Donald Trump es el primer quebradero de cabeza en política exterior que se le presenta a la Casa Blanca y con el que, naturalmente, nadie contaba. En el Capitolio también ha causado consternación. Wall Street tiembla, y Pedro Sánchez está pensando si debe unirse al frente anti Trump con el fin de ofrecer al mundo democracia y derechos humanos con que contrarrestar una victoria tan desconcertante como injusta.
Toda esta épica del disparate pertenece a la vieja tradición humorística nacional que tanto practicaba aquel editorialista con ínfulas del Movimiento llamado Juan Aparicio, que se sentaba ante la máquina de escribir en el desaparecido diario "Arriba" con el ánimo indesmayable de influir en el mundo pregonando en la redacción para que todos le escucharan: "¡Ahora se van a enterar en Moscú!".
