El problema de Avilés, Castrillón, Corvera, Gozón, Soto del Barco e Illas ha sido ocupar el vértice débil en peso demográfico y político del triángulo astur, a la sombra de Oviedo y Gijón. Lejos de oscurecer su protagonismo y a pesar de sufrir daños colaterales de la pugna entre las dos grandes urbes, esa posición de terceros en discordia les sirvió a los vecinos como acicate para buscar su identidad. La imagen que muchos asturianos tienen aún arraigada de las chimeneas humeantes, las naves en ruinas y el urbanismo destartalado es injusta porque hoy, sin haber renunciado a su esencia fabril, se corresponde poco con la realidad. Estamos ante la puerta aérea de Asturias. Lo que avistan antes del aterrizaje quienes llegan en avión responde con fidelidad a la síntesis de esta tierra: una mezcla de verde y fuego, de cabos y playas, de montaña y acero. Una rica pluralidad que precisamente por diversa resulta complementaria.

Avilés se nos presenta como corazón económico, y fantástico puerto pesquero y recreativo. Corvera, como el gran polígono manufacturero, asiento de las principales multinacionales. Castrillón, como el paraíso de las playas y el surf, que impulsa su pasado como atractivo. El castillo de Gauzón y la mina de Arnao son referencias en todo el Principado que responden a dos momentos decisivos de nuestra historia, la forja del Reino asturiano y los inicios de la Revolución Industrial. Gozón, como la reserva turística y láctea, con algunas de las mejores ganaderías del país y el Cabo Peñas, icónica proa, el paraje más visitado. Illas, como la Arcadia feliz, la evidencia de que cabe un desarrollo rural sostenible. Soto del Barco, como el gozne del Occidente y guardián de un tesoro, la desembocadura del Nalón, de fuerte potencialidad. Más allá de aquella caricaturesca visión como la "Nueva Pompeya" hay mimbres para levantar un equipamiento lúdico de primer orden.

LA NUEVA ESPAÑA de Avilés y Comarca abrió un camino, el de la información de proximidad, que constituye una de las más características señas de este periódico. No se trata de restringir el mundo de cada cual a lo que tiene delante, sino todo lo contrario. De abrir lo propio al mundo. De proporcionar la perspectiva más avilesina y asturiana posible de la actualidad general para que los lectores dispongan de elementos con los que formar su propio criterio sobre las cosas que les preocupan y les interesan. Que pueden ser lejanas, el proteccionismo de Trump y su incidencia en el metal, o microlocales, los baches de la avenida que cruza Avilés en paralelo a la ría, reparados por el Ministerio de Fomento tras el reguero de denuncias efectuadas por los ciudadanos a través del diario. Eso es la globalidad, lo que ocurre en cualquier parte no resulta ajeno.

Llegar en el momento adecuado nos permitió actuar como notarios de evoluciones extraordinarias. La mentalidad ecológica ya no es la misma. El empuje de varios colectivos y el endurecimiento de los controles acrecentaron la concienciación verde. La contaminación disminuyó, pero la exigencia de garantías ambientales maduró. Las empresas tuvieron que amoldarse a sacudidas vertiginosas y pagar un doloroso peaje para readaptarse. Con algunas excepciones derivadas de los costes energéticos, ganaron estabilidad y atrajeron a una nueva generación de compañías tecnológicas. La comarca da pasos para situarse a la vanguardia de la investigación en materiales y se incorpora a sectores prometedores, como el de las torres eólicas marinas. La fisonomía urbana, la cultura, en particular la joven, y el comercio saltaron hacia la modernidad con emblemáticos proyectos. El exitoso tránsito de la empresa pública a la privada hizo aflorar otras capacidades, y superar con nota la prueba de la especialización y la excelencia. La exportación es hoy el pan nuestro de cada día.

Los beneficios de la colaboración entre municipios pueden hacerse más palpables aquí que en ninguna otra parte. Los alcaldes están convencidos de la esterilidad de la competencia localista, pero no profundizan en fórmulas pioneras de colaboración que faciliten la vida. El transporte público es malo, subvencionado y deficitario. La coordinación artística o festiva brilla por su ausencia. La incapacidad política que postergó la comarca ante muchas decisiones relevantes agudizó la sensación de frustración y fracaso. El Niemeyer y la recuperación de la ría removieron las cenizas, con Bilbao como espejo. La irresponsable gestión pasada de un proyecto ilusionante sólo contribuyó a multiplicar el desencanto.

La fortaleza y el dinamismo del capital humano avilesino acabaron por imponerse en estos 25 años a las adversidades. La inquietud ciudadana traducida en múltiples iniciativas logró superar los efectos lacerantes del reajuste laboral y la fractura social. LA NUEVA ESPAÑA, periódico líder en Avilés y en Asturias, abierto a todos, desea seguir sirviendo con rigor y seriedad a esa activa sociedad civil, en definitiva a los lectores, como tribuna independiente de reflexión y debate. En un siglo anestesiado por la simplicidad, donde cada vez resulta más difícil separar verdad de mentira y más fácil sembrar el revanchismo y la confusión manipuladora, ejercer un periodismo unido al territorio y de calidad es más necesario que nunca.