Ahora en otoño llega la época en la que más vistosamente brillarán los pocos aquí existentes gingko biloba con su hermoso follaje oro/amarillo, como por ejemplo en Gijón los dos singulares ejemplares que hay delante del Palacio de los Deportes.
Ya en el siglo XIX el gran naturalista Charles Darwin habló de este árbol, el primero del planeta Tierra, como "fósil o relicto viviente", ya que sólo había aparecido después del Carbonífero, hace la friolera de 270 millones de años. Se expandió entonces por todo nuestro planeta -también aquí- pero luego desapareció, hasta que en 1690 el alemán Engelbert Kaempfer lo redescubrió en China. Hoy día nuevamente encontramos a esta hermosa especie superior viva más antigua, plantada sobre todo en parques del mundo entero.
Si en Gijón contemplamos esta especie de árbol aparecida hace 270 millones de años, ¡en la misma playa de Arnao (Castrillón) con marea baja podemos admirar fósiles aún muchos millones de años más viejos, entre otros un bosque petrificado del Carbonífero de alrededor de 300 millones de años!
No se trataba entonces todavía de árboles propiamente dichos, sino de grandes pteritófitas, comparables a nuestros actuales helechos y equisetos, pero con hasta 20 metros de altura.
Aún todavía más antiguo, del final del Devónico (410/370 millones de años), es allí el arrecife coral más grande de Europa, de unos 150 metros de espesor, cuya fauna de stromatopóridas (esponjas fósiles) y corales vivió en la plataforma marina del antiguo continente Gondwana, esto muchos millones de años antes de los dinosaurios. Hoy la carretera hacia la playa de Arnao pasa por un túnel practicado en el mismo antiquísimo arrecife (foto).
Resumiendo, en Asturias personas interesadas pueden encontrar extraordinariamente impresionantes vestigios de la evolución de la Tierra.
