Leídas varias críticas sobre "El espíritu de la ciencia ficción", novela póstuma de Roberto Bolaño, concluyo que está bien y está mal, incluso muy bien y muy mal, todo ello de forma simultánea. Significa que tendré que leerla y no leerla también de forma simultánea y, lo que es peor, comprarla y no comprarla a la vez. Lo de leerla sin leerla está inventado. Umberto Eco decía que muchos de sus libros pasaban directamente de la cesta de la compra a las estanterías de su biblioteca y que años después, como por ósmosis, la sabiduría del volumen se había trasladado a su cabeza. Lo de comprarla y no comprarla es más complicado porque exige llevar a cabo un acto de consumo y de anticonsumo simultáneos. ¿Se puede ser consumidor y anticonsumidor al mismo tiempo? ¿Se puede ser lector y antilector a la vez? Si en la misma crítica se puede predicar de una novela su genialidad y su vulgaridad, todo lo anterior debería ser posible.

Empiezo ensayar en el mercado, con unas alcachofas. Pido que me pongan un quilo y que luego le quiten mil gramos. La frutera, que debe de ser lectora de Bolaño, o de sus críticos, sigue mis instrucciones y al final, sobre la báscula, queda un trozo de papel de estraza que dobla con cuidado y me entrega a través del mostrador. ¿Qué le debo?, pregunto. La voluntad, dice. Le doy cincuenta céntimos y vuelvo excitado a casa por mi hazaña. Mi mujer desenvuelve el paquete y pregunta qué rayos había allí. Le digo que la última novela de Bolaño, pero enseguida rectifico:

-Un quilo de alcachofas y mil gramos de nada -aclaro.

Se retira al salón y la escucho hablar por teléfono con alguien, quizá con mi loquero, que la semana pasada me subió la dosis de Lorazepam. Por mi parte, una vez distribuida la mercancía, me retiro a mi cuarto de trabajo con el papel de estraza y llamo a mi librero. Le digo que quiero el libro de Bolaño, pero sin hojas. Como me conoce, dice que no me apure, que las arrancará.

-¿Las sustituyo por algo? -pregunta.

-Por un quilo de alcachofas -le digo.

Al día siguiente, recibo el libro de Bolaño, forrado de hojas de alcachofa, con lo que he conseguido comprarlo y no comprarlo al mismo tiempo. Todo es una cuestión de voluntad.