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Sol y sombra

Parvulario en las Cortes

En una apertura no tan solemne de las Cortes, el Rey puso deberes a sus señorías. Algunos de ellos convirtieron el hemiciclo en un parvulario al que acudieron la Reina, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía. Las niñas se comportaron como adultas mientras que hubo adultos empeñados en comportarse como niños, Unidos Podemos y los nacionalistas, y a demostrar una vez más que la forma de pensar está reñida para ellos con la buena educación.

Cuando se cumplen cuarenta años de la reforma que trajo el nuevo ordenamiento político y la democracia de partidos, al contrario de lo que sucedió entonces, nadie está dispuesto a sacrificar sus pequeñas miserias sectarias, sus telarañas ideológicas oportunistas, por el bien de la concordia. Hace cuarenta años las Cortes franquistas se hicieron el harakiri para dar paso a una nueva España que aspiraba a crecer en la diversidad alejada del pensamiento único. Ahora, cuatro décadas después, hay diputados que ni siquiera se dignan a levantarse de sus asientos por mera cortesía para recibir al Jefe del Estado. Quieren singularizarse ante una sociedad estupidizada que aplaude la gestualidad por encima de la política. El Parlamento acabará convirtiéndose en un circo.

Entre tanto, el Rey, que pronunciaba su primer discurso frrtura de la Cámara, pedía a los diputados la dignificación de la vida pública animándolos a prestigiar las instituciones mientras el parvulario se hacía fuerte en algunos de los escaños. Les instó a regenerar la política, a combatir la corrupción, a respetar la Constitución, la ley y el compromiso europeo, a mantener la diversidad siendo iguales, y a practicar el diálogo. Han pasado cuarenta años y casi nadie se acuerda de lo que costó levantar este edificio.

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