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Latidos de Valdediós

La paciencia todo lo alcanza

Como hija de Santa Teresa que soy, estas palabras están más que oídas y requeteoídas en mi vida, pero? me pregunto si alguna vez he profundizado de verdad en ellas. "La paciencia todo lo alcanza", pero? ¿cómo alcanzar la paciencia? Hace unos días he conocido a alguien que me ha hecho pensar en ello, porque en nuestra primera conversación me dijo: "la paciencia es la ciencia de la paz". Al oírlo me sacudió: paciencia = paz-ciencia.

Nunca me lo había planteado así y os invito a que lo hagáis: la paciencia no es ir de pasmarote por la vida, sin garbo, sin vida, sin sangre en las venas? La paciencia nunca es sinónimo de quietismo o de indolencia. Los indolentes no son pacientes, son simplemente indolentes y, generalmente, los que más impacientan al resto. Paciente es todo aquel que -como dice un salmo bellísimo- "busca la paz y corre tras ella". ¡Sí!, es importante buscar la paz y procurarla, estudiar la manera de construir la paz en el propio corazón. Esa es la esencia de la paciencia.

Muchas veces decimos y nos quejamos -yo la primera- de la enorme paciencia que hay que tener con determinadas personas, de lo cansinas que son, de la lata que nos dan? y de que nos hacen impacientarnos, porque nos ponen a mil? Esas quejas son comunes entre personas normales, y no nos damos cuenta de que casi siempre formulamos eso porque no tenemos paz en nuestro interior, sosiego en nuestro corazón, y en ese caso? ¡es imposible tener paz y serenidad a la hora de afrontar las incomodidades o los pequeños roces inevitables en cualquier relación humana normal! Sin paz dentro de mí misma no voy a proyectar nunca paz en mis relaciones interpersonales, sino inquietud, malestar, desasosiego? Volcaré lo que tengo dentro, que no es paz ni paciencia, porque no puedo dar lo que no tengo: lógica pura y dura.

Pero volviendo a lo de "la ciencia de la paz", en concreto: ¿cómo construyo esa paz interior que decimos que es la esencia de la paciencia? Este es un asunto delicado y no sencillo de resolver, aunque fácil de cuestionar. El quid de la cuestión es mirar sobre qué valores o realidades construyo yo mi vida, porque el resultado depende de ese planteamiento vital. Para mí, como cristiana, es muy sencillo: mi fundamento es Dios, la Persona de Jesucristo, sobre ÉL y sobre el Evangelio fundamento yo mi vida y eso me permite recoger frutos sólidos e inamovibles que son cimiento estable de mi vida y llenan mi corazón de paz, porque todas las realidades humanas y temporales se viven desde esa perspectiva y eso me da una profunda esperanza y serenidad. Con lo cual? la paciencia hay que trabajarla, pero tengo un buen sustrato para ello, que ya hemos dicho que es la paz del corazón y de la propia conciencia.

Me parece oír decir a alguien: "¡Genial! Y los no creyentes? ¿cómo lo hacemos?". Pues? queridos lectores no creyentes: permitidme que os diga, con todo mi respeto y cariño, que lo tenéis mucho más difícil que yo, pero supongo que no imposible. La cuestión está en que reviséis vuestro interior y vuestra vida y examinéis cuáles son vuestros cimientos vitales y si os dan la paz necesaria para ser pacientes con vosotros mismos y con las personas con las que convivís.

Tener paciencia con uno mismo y aceptar los propios límites con serenidad es imprescindible para poder ser paciente con los demás. La persona insatisfecha e infeliz, que no se gusta a sí misma y no se "soporta" a sí misma, porque no tolera sus deficiencias y limitaciones, nunca podrá verse satisfecha y feliz a pesar de los defectos y pobrezas de los de alrededor: siempre le parecerán intolerables, inadmisibles, censurables? Eso generará crispación y malestar en su interior y? ¡adiós paz! E inmediatamente? ¡adiós paciencia!

Estudiemos nuestro corazón y aprendamos lo más posible sobre la ciencia de la paz. Reconciliémonos con nosotros mismos y curemos todo aquello que en nuestro interior da lugar a violencia y agresividad. Es preciso sanarlo en su raíz para ser pacientes y dichosos.

Un abrazo fuerte y hasta el próximo viernes

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