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Sol y sombra

Terribles condolencias

En contra de lo que el más ingenuo de los optimistas antroplógicos podría llegar a creer en el momento de mayor subidón, la política española no se ha rejuvenecido con Unidos Podemos: se ha infantilizado. Mientras que el envejecimiento prosigue gracias al Partido Popular. La muerte de Rita Barberá ha dejado, además, al descubierto dos formas bastante miserables de oportunismo a la hora de expresar las condolencias.

Unidos Podemos, como viene siendo habitual en sus escenificaciones populistas, confundiendo la gimnasia con la magnesia, lo cortés con lo valiente, la educación con el rigor de la denuncia política. Algunos de los dirigentes populares más significados, reivindicando la inocencia de los que están bajo sospecha política valiéndose del cadáver de Barberá, una de los suyos, que hasta hace unos días era repudiada. Un asco.

La mala educación, el postureo y las declaraciones solemnes sobre la presunción de inocencia a propósito de un hecho trágico, como es la muerte, han envilecido a una parte de la clase política, la indigente y la supuestamente madura, que no han estado a la altura. La muerte no es algo de lo que se deba sacar rédito político, ni faltando al decoro institucional para ganar votos ni intentando proyectar a través de ella reivindicaciones sobre el uso arbitrario de la sospecha pública que no le competen.

Por mucho que representase en la percepción general la imagen del PP más corrupto, Rita Barberá tenía derecho a la presunción de inocencia. Por ese motivo se defendía en los tribunales de las acusaciones. Pero fue el Partido Popular, o un buen número de sus dirigentes los que parecían, en cualquier caso, dispuestos a negársela para librarse del complejo de cómplices. Era algo que también se percibía.

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