Escucho a mi pequeña hija: "Mira cuánto salto". "Mira qué bien pinto". "Mira qué bien me sale la voltereta". "Mira, desde aquí arriba soy la reina del mundo". Me pregunto en qué momento esta autoestima a prueba de bombas será pulverizada por la vida misma. En cuanto la niña deje de verse reflejada solo en mis ojos, y pase a recibir todo tipo de mensajes tóxicos sobre quién es y cómo debe comportarse, se acabó la felicidad. Más delgada, más callada, más peinada, menos orgullosa, menos respondona, más previsible. A las mujeres nos colocan una mochila llena de piedras en algún momento de nuestro desarrollo personal, y lo malo es que nos convencen de que en realidad se trata de un bolsito de mano muy llevadero.

"Cuando sea mayor comeré chicle y quiero una tabla de surf", expresa mi hija. Si dentro de un tiempo sus deseos cambian y me pide unos zapatos de tacón, un príncipe azul y un disfraz de animadora habrá llegado el momento de hablarle de ese componente del aire que respiramos, una sustancia invisible pero pegajosa que no sale en los libros de ciencias: el machismo. Cuanto antes empiece a captar y rechazar las señales que la sociedad envía para convencerla de que merece menos (salario, apoyo, respeto) que su hermano, y de que para lograr el bienestar ha de gustar al prójimo (te vistes, te mueves y te comportas para otro), mejor para su seguridad y su libertad.

El feminismo ayuda a esquivar los golpes, en el pensamiento crítico feminista reside la única protección posible contra la misoginia, una ideología organizada e imperante que menosprecia, amenaza y extermina a las mujeres por el hecho de serlo. En mi adolescencia, los colectivos femeninos idearon una campaña cuyo lema rezaba "no te cortes, da más cortes". Invitaba a las chicas a reaccionar contra los comentarios babosos, los toqueteos, las situaciones de control excesivo. A detectarlos y ponerlos en evidencia. Voy a enseñar a mi hija a pegar cortes como quien aprende álgebra. En casa, nuestra segunda lengua va a ser la lengua larga y afilada contra la estupidez patriarcal. Y seguro que mi hijo también va a disfrutar de esta formación, y va a hacerse mejor persona.

Ayer se celebró otro día internacional contra la violencia sobre las mujeres. Y los miles de denuncias por malos tratos y las asesinadas representan el fracaso en la lucha contra el machismo en su faceta más violenta.