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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Padres, hijos y abuelos

El Muro se llena de abuelos que sacan de paseo a sus nietos y parece que se quitan treinta años de encima. A la fuga de talento joven se une en Gijón el imparable envejecimiento de la población. Que crezca la esperanza de vida es buena noticia para las expectativas personales, pero muy mala para el mantenimiento del actual sistema de pensiones. Frente a los economicistas dionisiacos que con tal de ahorrar fondos públicos estarían dispuestos a despeñar a los mayores desde cualquier monte Taigeto, estamos los que, gustosos, agradecemos la labor impagable de los abuelos, sin cuya ayuda abnegada, vocación de servicio y desprendimiento la sociedad enfermaría gravemente.

Llega uno a la conclusión de que los hijos se hicieron para disfrute de los abuelos, así que a nadie extrañe que una gijonesa haya llegado a pleitear contra su hija en los Juzgados -como contó ayer el periódico- para poder pasar más tiempo con sus nietos. Cada vez es más habitual cruzarse con personas mayores que llevan de la mano a niños al colegio, al supermercado, a los lugares de ocio compartido. Los abuelos españoles de la reconciliación se han convertido en efectivos agentes de conciliación familiar, cuando no en el sustento económico de la clase media devenida en baja por culpa de la crisis asfixiante. Puede que abuelos y nietos hagan migas no sólo por el sano gusto de malcriar sino porque comparten un enemigo común: un señor muy ocupado que es a la vez hijo y padre. Drama es de nuestra época la creciente nómina de padres sin tiempo para sus hijos e hijos sin padres para su tiempo. Si no fuera por los abuelos...

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