A cualquiera de ustedes -y a mí- les gustaría estar en el pellejo de Cristiano o Messi, no sólo por ser jóvenes, guapos, ricos y famosos; también por la posibilidad de hacer juegos malabares con sus espectaculares ingresos económicos, para tributar menos de lo legalmente establecido.
Si ustedes o yo cobráramos lo que cobran los futbolistas de élite seguramente estaríamos satisfechísimos de pagar un dineral a Hacienda, hasta el último céntimo establecido. E incluso por devolver a la sociedad, por la vía del impuesto de la renta, parte de lo que la sociedad les ha regalado: poder vivir como marajás por el hecho nimio de tener como profesión un juego de niños que la mayoría de nosotros, con desigual suerte, hemos practicado.
Ocurre que dinero llama a más dinero y que la avaricia acaba rompiendo el saco. En España, los futbolistas cobran el 85% de sus ingresos por la vía del salario y el otro 15% a través de derechos de imagen. Por el 85%, tributan a Hacienda el 47% de su sueldo, y por el 15% pagan un tipo menor, del 28%, según el impuesto de sociedades. Quiere esto decir que nunca pagan el 47% por todo su sueldo. Y ahora se descubre que para cotizar aún menos crean empresas en países con una fiscalidad mucho más baja, a través de las cuales cobran ese 15%. O sea, que vergonzoso. La normalidad en este país no llegará hasta que unos cuantos políticos mangantes y otros tantos futbolistas cicateros y codiciosos acaben entre rejas. Si usted y yo cobráramos lo que estos tipos estoy seguro de que haríamos fiesta aún a costa de que Hacienda nos sableará hasta el 50%. ¿O no?
