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Laviana

Más allá del Negrón

Juan Carlos Laviana

¿Es noticia todo lo que dice Pablo Iglesias?

Debate en la prensa de EE UU sobre si se debe publicar todo lo que diga Donald Trump o es mejor silenciar al nuevo presidente

No hay nada más dañino para la profesión de periodista que convertirse en notica. Hace tiempo que la noticia son los periódicos, las radios, las televisiones o los propios periodistas. Una mano muy diestra de la propaganda negra, roja o morada -da igual el color- ha conseguido colocar sobre los informadores el foco de la atención pública. Y, lo que es peor, el dedo acusador que los señala como responsables de todos los males imaginables.

En Estados Unidos, se debate ya si los medios deben contestar a los ataques de Donald Trump a través de Twitter y Facebook. Si deben publicar lo que dice, sea verdad o mentira comprobada. Vamos, que si no sería mejor ignorarlo que darle bola. Todo empezó con este titular en el digital "Quartz": "El primer discurso de Trump tras su elección contiene al menos dos importantes mentiras sobre América". ¿Qué hacer ante un dirigente mentiroso? Ha habido dos reacciones muy rápidas y contundentes. La primera, en la influyente cabecera "Politico": "Las nuevas reglas para informar sobre Trump". Y, finalmente, el histórico "Washington Post" contestó con firmeza: "Porque no podemos -y no debemos- ignorar los tuits de Donald Trump".

Pronto tendremos que hacernos esa misma pregunta o, quizá, ya ha llegado el momento: ¿Deberían los medios de aquí ignorar lo que diga Pablo Iglesias? ¿Deberían no dar bola a las ocurrencias de los gurús populistas de todo signo?

En España ya se debate, y de qué manera, sobre los ataques del líder del tercer partido de este país a los medios de comunicación. El pasado fin de semana, Juan Cruz publicó en "El País" el clarificador artículo "Intimida que algo queda". La poderosa maquinaria en las redes sociales de la formación morada se ensañó hasta límites intolerables con el periodista canario.

Tienen los líderes de Podemos la mala costumbre de dictar a los periodistas de la "casta" lo que tienen que hacer. Iglesias, en particular, se burló del abrigo de Ana Romero ("El Español"), acusó a Álvaro Carvajal ("El Mundo") de escribir noticias falsas para prosperar, reprochó a Daniel Basteiro ("El País") haberle afeado que contestara a Rajoy con las manos en los bolsillos. Son sólo unos pocos ejemplos entre muchos casos.

El colmo llegó el pasado fin de semana cuando Ramón Espinar -sí, el diputado regional y senador que revendió el piso oficial-, se quejó a través de Twitter de la fotografía que ilustraba una información suya en "La Vanguardia". Poco después, el community manager del diario, en una rápida y poco afortunada decisión, escribió: "Oído cocina! Vamos a cambiarla". No, no era una broma sin importancia. Se cambió la foto.

Desconozco cómo son en Asturias las relaciones entre la formación morada y la prensa. A Madrid llegan ecos del debate sobre el apoyo público a los premios "Princesa de Asturias". He leído barbaridades como acusar a miembros del patronato de la Fundación de connivencia con el tráfico de armas, la explotación de menores en las fábricas del Tercer Mundo o con el olvido de esas "bolsas de pobreza extrema" mientras los oropeles y el despilfarro campan a sus anchas por la calle Uría.

Graciano García, víctima también de estas acusaciones, defiende la bandera de los premios en una llamativa soledad, manejando las redes sociales con una destreza infrecuente a su edad. Con todo lo que ha hecho por Asturias y por Oviedo -eso nadie lo puede negar-, no parece justo que se viertan infundios sobre su sueldo, sus presuntas intrigas palaciegas y su aparente connivencia con los poderes fácticos. Pocos conocen mejor que Graciano García los poderes fácticos, que no se lo pusieron precisamente fácil mientras dirigía en los años 70 "Asturias semanal". Para los recién llegados: durante el régimen anterior al que ellos llaman régimen del 78, la dictadura bajo la que vivimos ahora.

Qué razón tiene Juan Cruz: Intimida que algo queda. Que se lo digan también a Marty Baron, actual director del "Washington Post", el de la película "Spotlight". La pasada semana contó con detalle los insultos lanzados por Donald Trump contra los periodistas, "la más baja forma de humanidad", "la menos desarrollada de las formas de vida", "los enemigos". Algunas webs han seguido al líder y han hecho públicas las direcciones privadas de los reporteros. Su periódico y otros muchos ya han incrementado las medidas de seguridad de las redacciones y de los redactores ante la profusión de amenazas no sólo verbales.

Íñigo Errejón, secretario general de Podemos, lo decía muy claro el domingo en estas mismas páginas: "Primero ganas el imaginario colectivo y después ganas las urnas". Eso hizo Trump.

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