No han faltado quienes han identificado la derrota de Matteo Renzi en el referéndum del pasado domingo en Italia con otro triunfo de los movimientos populistas en Europa. Sin embargo, no estamos ante un caso equiparable a la victoria del "Brexit" o de Donald Trump en EE UU. Al margen del error del ex primer ministro italiano de someter la reforma constitucional a consulta popular sin haber armado previamente un consenso con el resto de partidos políticos, lo que se sustanciaba en las urnas no era una batalla exclusiva de las denominadas fuerzas populistas.

No solo el Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo o la ultraderechista Liga Norte apostaron por el no en el referendo. También se pronunciaron en contra la derecha más convencional encabezada por Silvio Berlusconi y algunos de los adversarios internos de Renzi en el seno de su propio partido. Al final, el recurso a las urnas se convirtió en una consulta sobre la figura del jefe del Gobierno, intrínsecamente populista en su propio planteamiento: o yo, o el caos.

Y en ese terreno, el convocante jugaba con el resto de actores políticos en contra, además de contar con dos inconvenientes desfavorables. El primero, su actitud prepotente en la gobernación del país que le había hecho antipático a amplias capas de la sociedad italiana. Y el segundo, el hecho de que, tal como ocurrió con sus dos antecesores -Mario Monti y Enrico Letta- llegó al cargo sin haber pasado por las urnas, por lo que su legitimidad democrática estaba más que cuestionada.

Con todos estos elementos en la mano, Renzi vio en el referéndum una posibilidad para legitimarse, aunque un error de cálculo ha terminado con su dimisión. Pero no necesariamente con su carrera política: nadie se atreve a descartar que se presente a las próximas elecciones aprovechando que un 40% del electorado respaldó su propuesta de reforma aun con el resto del mundo en contra. Y es que ese porcentaje de votos tiene, políticamente hablando, un solo padre, pero el 60% de los votos en contra es disputado por la pluralidad de fuerzas que lo promovieron.

En este reparto de votos radica, además, el interés de todos ellos, incluido el propio Renzi, en que el presidente de la República convoque elecciones anticipadas lo antes posible sin esperar a un cambio en la ley electoral. Todos quieren acudir a las urnas cuanto antes mejor para intentar sacar partido de los resultados del referéndum.