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Pax rusa

El alto el fuego en Siria anunciado ayer por Moscú consagra a Putin como árbitro de Oriente Medio. Al margen de los zarpazos que aun lance el conflicto, el zar del Kremlin ocupa ya a sus anchas el espacio que Obama se ha empeñado en dejar libre desde 2009. Siria, que ya era aliada de la URSS, simboliza, mejor que cualquier otro escenario, el fracaso de EE UU en la gestión de las revueltas árabes que alentó. Incapaz de dotar de músculo al esqueleto rebelde diseñado para derrocar al dictador Asad, Obama se resistió a intervenir hasta que el ulular del espectral Estado Islámico le empujó a ataques aéreos. Moscú, que no las deja pasar, se coló por esa rendija para salvar la piel de su aliado. De paso, ha desalojado a Occidente: el diálogo de paz, estancado en Ginebra, seguirá en Kazajistán.

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