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Los buenos deseos y la Policía china

Íñigo Urkullu pide que no se judicialice la vida política y China da a la Policía el control sobre las ONG extranjeras. Los buenos deseos del lehendakari están muy bien. Pero recuerdan a las llamadas a la altura de miras, o al deseo de que un debate político sea de ideas y no de personas. Cuando se hace necesario formular un buen deseo durante mucho tiempo, es porque no se está cumpliendo. La vida política española es, en su diálogo, de poco nivel. Hay sintaxis pobre, preparación escasa y, en términos futbolísticos, preferencia por la zancadilla frente al regate. Esto último es, en parte, porque los jugadores no dan más de sí; en parte también porque hay quien piensa que darse caña mola un montón y es señal de capacidad, y no de garrulería. Y que da votos; esto es deprimente. Eso no va a mejorar, pero los buenos deseos del lehendakari Urkullu siguen siendo muy pertinentes. En China no sabemos si los han escuchado; probablemente no. En China hay ideas propias sobre los derechos humanos, y también un cierto grado de indiferencia al qué dirán por el mundo cuando el gobierno de Pekín toma una decisión de esas que en Occidente parecen excéntricas. ¿Te has fijado en el mapa del mundo? Europa es pequeña, sus debates se oyen poco en el país en el que todo se ve a otra escala. Francia y los Estados Unidos se construyen sobre la memoria de una revolución que reclamaba una nueva posición del individuo en la masa; China sigue pensando en términos de masa. Ese no entendimiento de base entre China y Occidente marcará el futuro, con el valor del dinero y la fuerza del lenguaje de los ordenadores como vehículos de intercambio, una especie de idioma común frío e insuficiente. El latín de los antiguos ha sido reemplazado por las palabras que se dibujan en las pantallas; la Policía china verá en esas pantallas cómo se mueven las ONG extranjeras y estará atenta. Un susto. Ajena a las convulsiones de los debates de religión, China muestra en el ímpetu de sus rascacielos el furor del converso al que no le importa que le llamen nuevo rico mientras sea rico de verdad. Llegará el día en que las fotos de Manhattan nos parezcan las de un villorrio, y el "Born in the USA" de Bruce Springsteen una especie de estampa costumbrista del país que dejó de mandar en el mundo. Mientras tanto, la vida española seguirá presidida por el griterío y la peña se acostumbrará a llamar Wanda Metropolitano al estadio del Atlético de Madrid. Los tiempos. Feliz año.

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