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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Carbón de Reyes

No fue mala cosa que durante siglos los Reyes obsequiaran a Asturias con carbón. Así ocurre desde el primer cuarto del XIX, fecha a la que se remonta un memorable real decreto de 1825, la primitiva Ley de Minas que tanta relevancia tuvo para el inicio de la labor extractiva en esta región. Si en vez del 4 de julio esa ley se hubiera promulgado el 6 de enero bien podría haberse dicho que el monarca Fernando VII, tan nefasto para otros asuntos, regaló al esfuerzo de los asturianos oro negro, incienso y mirra.

Bien podría decirse también que fueron por un tiempo Melchor, Gaspar y Baltasar los expertos Joaquín Ezquerra, Rafael Amar y Felipe Bauzá, autores de una memoria editada en 1831 en la que se describían los principales criaderos carboníferos asturianos. Gracias a su portentoso estudio, la región pudo empezar a salir de su secular atraso gracias a los recursos extraídos del subsuelo. De manera que cuando los Reyes concedieron toneladas de carbón a Asturias, no estaban castigando su indolencia.

Con el reciente cierre del pozo María Luisa, mítica explotación hullera, poco queda ya del carbón asturiano, como ocurre en Gijón, cuya única memoria de Mina La Camocha se antoja el viejo castillete de un poblado que languidece y un proceso judicial aún sin cerrar. A la frecuente hipérbole de que Gijón le debe el mar a Dios y el resto a Jovellanos, habría que añadir que el laboreo carbonero se lo debe a los hermanos Felgueroso, otros Reyes Magos de la cuenca hullera.

Una pena que de referentes mineros como María Luisa y La Camocha no vayan a quedar más que unas cuantas estampas en tono sepia y dos canciones tristes que entonar en el chigre de los enfilaos.

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