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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

García Rúa

José Luis García Rúa, cuyos restos mortales acaban de recibir sepultura en Granada, la ciudad de generosa acogida de sus últimos años, era uno de esos personajes reverenciales que de cuando en cuando pare Gijón para reclamar peso en la balanza de las ideologías. Era un hombre íntegro de pies a cabeza, pero sobre todo de corazón; un pensador libertario que reclamaba un mundo mejor para los menos favorecidos y un cambio radical de la sociedad. Socrático, sabía mucho sin aparentar sabiduría. Al modo de los viejos maestros, hacía de su sereno magisterio cátedra.

Cuántos cuadros relevantes de la izquierda gijonesa se formaron en la academia de la calle Cura Sama, bajo el magisterio de García Rúa, un personaje cuya estampa hacía recordar a Marx, con su melena leonina y sus pobladas barbas blancas, y a los filósofos estoicos, en su torpe desaliño.

Pese a su prosa académica, siempre didáctica, García Rúa fue más brillante orador que escritor, en la mejor tradición del anarquismo. Tal vez fuera que le costaba sufrimiento escribir, según él mismo relató en el prólogo de su recopilación de artículos "Reflexiones para la acción", donde el notable gijonés cuenta que de Julio Camba dijo Ortega que era un escritor "biológico", pues sólo escribía cuando necesitaba unas pesetas para comer, y que a él le pasaba lo mismo, no porque acometiera la escritura con fines económicos, sino por el hecho de que escribir le ponía en situación de tener que forzar su naturaleza, sometiéndole a una suerte de tensión de la que rehuía por resultarle temporalmente ingrata. Séale leve la tierra al dilecto filósofo.

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