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Nueces de California

Kika

Sobre homosexualidad, chabacanería, el cine de Almodóvar y las fiestas de San Mateo

Almodóvar tiene una personalidad daliniana, es imposible que pase desapercibida. Una gran mayoría de los homosexuales tienen un gran talento y sensibilidad, y por eso muchas sociedades los discriminan. Además suelen ser personas bastante felices porque saben lo que quieren y lo que les gusta, y la felicidad molesta socialmente. Porque si lo pensamos bien, ¿qué importa que a uno le gusten las personas del mismo sexo o del sexo contrario? Felizmente la homosexualidad fue retirada en 1973 del catálogo de enfermedades mentales, aunque algunos todavía no se han enterado, como el párroco del Burgo Ranero. ¡Pobre Papa Francisco!

Estudios científicos recientes indican que la homosexualidad puede estar ligada a cambios hormonales en la etapa de gestación y aluden a condicionantes prenatales de la identidad sexual. Grandes personajes de la historia eran homosexuales y tuvieron que esconder su homosexualidad para poder sobrevivir. Otros pagaron el precio por hacer pública su condición. Por ejemplo, en "Little Ashes" ("Cenizas pequeñas" traducida como "Sin límites"), película americana dirigida por Paul Morrison, a cuyo estreno y presentación asistí en San Francisco, capital de la homosexualidad, con su barrio de Castro y Harvey Milk, queda clara la relación homosexual que tuvieron Lorca y Dalí, y que Luis Buñuel, que también estaba enamorado de Lorca, era homófobo. Nadie es perfecto. De los tres, el espíritu más puro era el de Lorca, cuyo asesinato se relaciona con su amistad secreta con Primo de Rivera. La novela "Rosas de Plomo" trata este tema. El amor y la amistad no conocen ideologías políticas, ni tampoco tendencias sexuales. Son muchos los personajes históricos de los que se afirma su homosexualidad: Sócrates, Alejandro Magno, Leonardo Da Vinci, Miguel Angel, Caravaggio, Shakespeare, Cervantes, Wilde, Turing, etc. Y podríamos seguir con mujeres famosas y entrar en el panorama político actual. Pero hoy no quiero hablar sobre la homosexualidad, la cual respeto, ni de salidas del armario, porque cada cual tiene derecho a ser como le da la gana; deseo hablar de chabacanería.

Almodóvar es un adivino adelantado a su época, pero se quedó corto en todas sus películas. Lo hizo cuando dirigió "Pepa, Luci, Bom y otras chicas del montón", y "Laberinto de Pasiones"; solo hay que ver que esas mismas escenas que en su día nos parecían escatológicas hoy son moneda común: Bom (Alaska) meando a la masoquista Luci; Pepi (Carmen Maura) violada por un policía, que descubre su plantación de cannabis, y le hace perder el negocio que tenía planeado: la venta de su virginidad. En "Átame" y en "Qué hice yo para merecer esto", Almodóvar se acerca a las relaciones de posesión y de maltrato, a la conquista amorosa a golpes; en "La Mala Educación" vuelve a crónicas del pasado que están al orden del día y que tienen que ver con la educación en colegios religiosos en la época franquista, la pederastia, etc. Esta es una de las películas de su etapa oscura, que junto con "Matador" y "La ley del deseo", lo alzó como director de culto. Almodóvar siempre ha hecho una radiografía de la sociedad española, urbana y de provincias, de nuestros sueños y nuestras pesadillas, de nuestras grandezas y nuestras miserias, del destino y de la fortuna, de lo predecible y de lo inevitable, de sentirse feliz y ajeno al cuerpo en que habitas, o en la comunidad en la que has nacido. Estas historias en Francia apasionan, mientras que en España no se perdonan, porque seguimos la estrategia del avestruz, y aún no estamos preparados para abrir la caja de Pandora de nuestra trágica historia contemporánea.

Una de las películas que más me impactó cuando la vi fue "Kika". No es su mejor película, pero cuenta la historia de Kika (Verónica Forqué), una maquilladora muy optimista y vital, que posee como enemiga acérrima a la periodista Andrea Caracortada (Victoria Abril), que es presentadora de un "reality-show". Por entonces este tipo de programas no se conocían. Vivía yo en París, y pensé: "¡Si algún día la sociedad es así, emigro a una caverna de troglodita en Guadix, o me pierdo en las Alpujarras buscando al futuro Dalai Lama!". Pocos años más tarde Belén Esteban es considerada la princesa del pueblo; Mercedes Milá se erige en la defensora de los ninis de GH, que piensan que la originalidad reside en tener un piercing en el "fistro", en no tener vergüenza y decir barbaridades en directo; en enseñar músculo labrado a base de hormonas; existen programas en la TV de gran audiencia donde los tertulianos son unos cuentistas y unos impresentables y se habla de chabacanerías; la televisión está llena de series que se dicen cómicas, que son de mal gusto, con diálogos poco inteligentes y barriobajeros. Destacan los programas producidos por José Luis Moreno, que si tuviese el valor de preguntar a su cuervo Rockefeller sobre la calidad de los programas que produce le respondería que son una bazofia.

Todo esto también ha llegado a nuestro teatro y a nuestras fiestas locales. El pasado San Mateo fui a ver la obra de teatro el "Clan de las divorciadas", del autor francés Alil Vardar, cuya adaptación al castellano no puede tacharse de otra cosa que de chabacana. La Comédie Française suele distinguirse por el humor y la sutilidad, no por la chabacanería. Algunos ejemplos son: "Le dinner des cons", "Le prénom", etc. Es una pena que el teatro, para asegurar su supervivencia, tenga que recurrir al chiste "Moranco". Las fiestas de San Mateo solo pueden ser calificadas, ya desde hace muchos años, como chabacanas: unos chiringuitos horrorosos, con música asquerosa e ininteligible que se solapa a base de decibelios de un chiringuito a otro, mierda y basura por todos los lados, y borrachos meando por las esquinas. En suma, una guarrada. Las actuaciones son claramente mejorables, así como las actividades culturales programadas. La SOF siempre ha sido un chiringo mal gestionado, ejemplo de ineptitud. Esa política de darles carne a los leones es peligrosa, porque los leones pueden terminar devorando a sus domadores. Tampoco se trata de hacerles vegetarianos. Hay muchos aspectos en los que mejorar, no sólo en los problemas de agresión sexista, en cuya importancia se ha insistido este año con acierto. Pero desgraciadamente es un todo-uno: si lo que se pretende es canonizar la borrachera-callejera-antiecológica-y-urinaria, mucho me extrañaría que estos comportamientos conlleven el respeto al prójimo. Muchos de estos neandertales de la meada callejera creen en el "San Mateo-No Limits-Everything Allowed". Y a esto hay que añadir los niñatos desenfrenados, y las orquestas de pachanga que dan miedo. Hay "artistas" a los que "les falta media patatina pal kilo". ¡Y que esto lo paguemos todos con nuestros impuestos! Es una pena que para "triunfar" (es un decir) haya que ser chabacano.

Tengo un amigo al que no le gustan los fuegos artificiales pero todos los años va a verlos. Dice que son en parte de él porque los ha pagado. Espero que en la radio-televisión pública y en los ayuntamientos se sea más exigente con el dinero de todos, y se deje de patrocinar la chabacanería. Popular no es sinónimo de chabacano, o si no sólo tienen que revisar nuestra cultura tradicional: "Entra xusto, sale xustu, ye del mio gustu". ¿Qué cosa cosadiella ye? ¿Inteligente, no? Apúntelo, porque "si entra xusto y sal folgosu, nun ye prestosu".

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