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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Oda a la soledad

Ha muerto el filósofo polaco Zygmunt Bauman, premio "Príncipe de Asturias" en 2010, padre de la "modernidad líquida", uno de los pensadores más clarividentes del último medio siglo a la hora de valorar el calado en nuestras vidas de las redes sociales y las nuevas tecnologías. En una entrevista de las tantas brillantes que concedió en los últimos años, Bauman se refirió a la dependencia contemporánea del teléfono móvil. Uno jamás pierde de vista su celular. "La ropa deportiva", reflexionó en voz alta, "tiene un bolsillo especial para contenerlo, y salir a correr con ese bolsillo vacío sería como salir descalzo".

Y es cierto: el móvil nos acompaña incluso en la mesilla de noche. No vamos a ninguna parte sin el teléfono -de hecho, ninguna parte es en realidad un espacio sin celular, un espacio fuera del área de cobertura o un aparato que se ha quedado sin batería-. Quien tiene un móvil a mano, ya nunca está afuera. Es un apéndice que lejos de acercarnos al mundo nos aísla. ¿No han visto grupos de jóvenes sentados en una escalera de un espacio público, juntos y sin hablarse, todos ellos pendientes de su smartphone, sin parar de teclear? Los expertos alertan ya de lesiones, por exceso de uso, en el dedo pulgar de los usuarios más adictos: tendinitis y síndrome del túnel carpiano.

Los celulares ayudan a estar conectados a los que están a distancia, y, sin embargo, paradojas de nuestro tiempo, permiten a los que se conectan mantenerse a distancia. Al contrario de lo que podría suponerse, un teléfono móvil es una oda a la soledad, un aislante metálico. Por si no lo saben, el difunto Bauman no lo usaba.

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