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Sol y sombra

El zombi del Yakovlev-42

Resulta que el trágico desastre del Yakovlev-42 no ha sido definitivo para devolver a Trillo a ese cementerio de elefantes llamado Consejo de Estado, un organismo que define a la perfección el despilfarro inútil por parte de la casta. Trillo, al parecer, ya había pedido el reingreso como letrado. Se da la circunstancia, incluso, de que el Consejo de Estado es el organismo que acaba de admitir la responsabilidad del exministro en el accidente en el que murieron 62 militares españoles. Resultaría imposible tejer una espiral mayor del despropósito.

Mientras tanto, Trillo prosigue en Londres aguardando su relevo. Un dirigente del Partido Popular se preguntó si habría que condenarlo al exilio. A la isla de Perejil, dijo. Mejor no. Las cabras no tienen la culpa. Hay que ser prácticos, enviar a Trillo a la isla de Perejil podría suponer otro incidente con Marruecos.

En cualquier país democrático que no sea este, ningún político habría sobrevivido a una gestión tan calamitosa y dolorosa como la del Yak, sin embargo Trillo pretendía desde el primer instante seguir siendo ministro por considerarse, además de imprescindible, un pata negra de la vieja guardia. De ellos, únicamente se ha mantenido Rajoy que, a su vez, da la impresión que, más allá de mantenerse, consigue al mismo tiempo que a todos los de su alrededor se los trague la tierra.

A Trillo, por decirlo de alguna manera, la tierra ya tenía que habérselo tragado hace unos cuantos años, el mismo día que dio vivas a Honduras hallándose en El Salvador cuando ejercía de ministro de Defensa y la negra sombra del Yakovlev empezaba a apoderarse de él. Fue en 2003 y han transcurrido trece años desde entonces.

No es la piel de elefante de Mariano Rajoy pero la tiene dura.

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