La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El inquietante deshielo del Ártico

No pretendo ser alarmista ni mucho menos apocalíptico pero, según confirman fuentes científicas fidedignas, lo que está ocurriendo en el Océano Glacial Ártico -el más pequeño y septentrional de los océanos existentes, ubicado alrededor del Polo Norte- parece que presenta episodios de gravedad, ya que su masa gélida se funde a una velocidad inesperada. En un pasado no muy lejano estos mares estaban cubiertos de hielo perpetuo, y aunque éste retrocedía algo en verano no se conocía nada igual a lo que hoy se aprecia.

Según datos de la agencia "National Aeronautics and Space Administration" (NASA) -obtenidos utilizando el Sistema de Observación de la Tierra (EOS)- este casquete ha perdido del orden de un millón de kilómetros cuadrados durante los últimos 40 años, esto es, casi el doble de la superficie total de España. Esta enorme disminución de volumen glacial bate récords, pues no sólo se está reduciendo su superficie, sino que también lo hace el espesor al adelgazar la banquisa, además de desaparecer la porción más antigua, a pesar de que es más resistente que la estacional. Estos hechos pueden abocar en que el Ártico quede libre de icebergs en fechas próximas, lo que nunca había sucedido en la historia de la humanidad.

La primera pregunta que surge de estas observaciones es: ¿Cuál es la causa de tales desaguisados? Evidentemente se trata de una elevación de temperatura provocada por el calentamiento global debido, entre otros factores, a la emisión de CO2 antropogénico y otros gases de efecto invernadero. La rápida licuación marina es uno de los indicadores más evidentes del cambio climático en curso. El año pasado se han alcanzado en este ámbito geográfico temperaturas desconocidas, extraordinariamente altas, hasta 20ºC por encima de las habituales.

Investigaciones recientes publicadas en la revista "Science" calculan que cada tonelada de dióxido de carbono emitido a la atmósfera es responsable del deshielo de 3 m2 en el Ártico, durante la canícula estival. Sirva de ejemplo que unos 10.000 kilómetros recorridos con un coche de gasolina emiten un promedio de casi dos toneladas de CO2.

En el marco de la ONU, la "Organización Meteorológica Mundial" señala que el año 2016 ha sido el más cálido del registro histórico, con un aumento de temperatura de 1,2 grados centígrados respecto a la era preindustrial (el Acuerdo de París de 1015 propone no rebasar los 1,5ºC con respecto a los niveles preindustriales). Como siga este proceso ascendente no harán falta los rompehielos para navegar por esas latitudes náuticas.

¿Qué efectos tiene este colosal derretimiento? Se pueden resumir en los siguientes:

1) Reduce el albedo medio del planeta (porcentaje de radiación solar reflejada). La masa ártica helada (que refleja hasta el 90%) se derrite más rápido que en el resto del mundo, descubriendo cada vez más la superficie de agua líquida que, al presentar tonos más oscuros, es más proclive a absorber la radiación y calentarse con rapidez.

2) Subida del nivel del mar. Es una consecuencia inmediata del retroceso de las moles congeladas, no sólo marinas sino también continentales; así, en Groenlandia cada vez es más habitual la aparición del estado líquido. Las grandes cantidades de agua derretida podrían entrar en el norte del Atlántico, perturbando los patrones de corrientes oceánicas, en especial la "corriente en chorro" (un flujo de aire que se desplaza de manera oscilante al sur del Ártico). Los expertos predicen una subida global que rozará el metro a finales de este siglo, lo que conllevaría efectos desastrosos en muchas ciudades costeras.

3) Cambios climáticos. La desaparición del manto congelado podría ser el responsable de una meteorología extrema, que ya se hizo patente, con inviernos muy fríos y con una mayor frecuencia de tormentas en ciertas regiones, y un tiempo muy cálido en otras.

4) Afectación de la biodiversidad. Si prosigue el proceso de fusión podría romper el equilibrio ecológico y ser fatal para el hábitat de ciertas especies, por ejemplo, los osos polares.

5) Liberación de metano. Cuando desaparece la cubierta helada, la superficie del mar tiende a calentarse de manera significativa al recibir directamente la radiación solar, pudiendo alcanzar esta crecida térmica el fondo oceánico y derretir el permafrost (capa de suelo congelada), liberando entonces el gas metano procedente de la desintegración de los hidratos de metano atrapados en los sedimentos, de enorme efecto invernadero. Esta perniciosa emisión gaseosa coadyuvaría a aumentar el calentamiento global.

En resumen, el mundo se encuentra con un embarazoso problema que precisa una urgente solución. Preocupa la incertidumbre política de personajes tan influyentes como el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien se refirió al cambio climático en tono despectivo, como un "cuento chino", es decir, traducido a román paladino, una especie de invento, charlatanería y farsa. No reconocer este hecho -que cuenta con el consenso de la comunidad científica internacional- y retardar la mitigación de la acuciante amenaza supone incrementar los impactos que acarrea el extraordinariamente rápido deshielo de algunas zonas de nuestro planeta. Sería deseable, como preconiza el artículo 2 del Acuerdo de París, "elevar las corrientes financieras a un nivel compatible con una trayectoria que conduzca a un desarrollo resiliente y con bajas emisiones de gases de efecto invernadero" ¡Impidamos que las cosas vayan a peor!

Compartir el artículo

stats