La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sol y sombra

El chantaje creíble

Tras negarlo con reiteración Trump ha admitido por primera vez el ciberataque electoral ruso, pero se niega a reconocer el chantaje de Putin y acusa a la Inteligencia de Estados Unidos de inventárselo. Una cosa es poner paños calientes a la injerencia externa en unas elecciones que le han favorecido y otra muy distinta, claro, confesar que el presidente electo está siendo extorsionado por otra potencia. Para ello, siendo Trump la clase de sujeto que es, no habría más remedio que esperar el momento oportuno y volar hacia Moscú sin considerar el ataque un estúpido error como en la comedia de Kubrick.

Se ha conocido que los rusos manejan datos que comprometen la vida del magnate inmobiliario próximo inquilino de la Casa Blanca. No cuesta creerlo teniendo en cuenta lo poco que supuso hacerse con aquel vídeo de Access Hollywood que tan bien describía sus refinados gustos y la afición de "entrarles" a las mujeres como si fueran putas y todo sucediera de la manera más normal. Si este tipo de grabaciones estaban al alcance, los rusos formados en la siniestra historia del KGB podrían tener montañas de información comprometedora sobre el presidente electo de Estados Unidos decididos a utilizarlas en su contra o a reducirlas a cenizas en el fuego de la chimenea de cualquier dacha. ¿Es tan descabellado pensar que agentes secretos de un país como Rusia puedan reunir datos para apretarle las tuercas a un tipo con esa facilidad para palpar el trasero de las damas?

Las prostitutas supuestamente contratadas por Trump para ofrecerle en homenaje la lluvia dorada sobre el colchón de la cama donde se había hospedado el presidente Obama y su esposa en Moscú serían sólo una anécdota del jugo que se puede exprimir de la conducta de semejante personaje.

Compartir el artículo

stats