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Go, Meryl!

No se recuerdan unas vísperas de investidura presidencial en EE UU tan aprensivas como las actuales. Casi todos observamos con preocupación el acceso de Donald Trump al poder ejecutivo, arropado por un equipo de halcones capaces de poner patas arriba la muy amenazada estabilidad del mundo. Populismo y proteccionismo no son nada comparados con los desvaríos políticos y geoestratégicos posibles en la mentalidad del electo, protestado por muchos de sus compatriotas. El discurso de la actriz Meryl Streep en la fiesta de los Globos de Oro es por ahora la última expresión de un rechazo interno con escasos precedentes en aquel país presidencialista.

La respuesta del aludido a la actriz es tan ridícula como la mayoría de las suyas. Decir en un tuit que está "sobrevalorada" en su profesión y es "lacaya" de Hillary Clinton refleja el nivel dialéctico de Trump, además de la táctica facilona de no contestar a los problemas derivados de su lamentable incultura. La existencia de una marca universalmente conocida y envidiada como es Hollywood se debe a los muchos talentos "extranjeros" que allí encontraron las puertas abiertas, dijo Streep como crítica al cierre de fronteras que vocifera el candidato. El argumento es extensible a todos los inmigrantes, desde el "Mayflower" hasta hoy mismo. Si en lugar de tender puentes hubieran levantado muros, EE UU no sería ni la sombra de lo que es.

La bien ganada fama artística de Meryl Streep es un megáfono internacional tan poderoso al menos como el de Trump, cuya respuesta desvía la denuncia con una patochada de pésimo crítico cinematográfico. Trae a la memoria el ominoso maccarthysmo del siglo pasado, que diezmó el talento de Hollywood en la caza de brujas comunistas. Trump se acaramela con Putin, que, evidentemente, no es comunista. Pero en una cabeza como la suya no faltarán delirios persecutorios contra quienes le canten las verdades. Y a lo mejor es bueno para que el impeachment no se haga esperar. Un "sobreactuado" como él puede perder muchos "lacayos" republicanos.

En resumen, Go, Meryl!. Adelante con su sobrevaloración, mucho más prestigiosa que la del replicante.

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