Las últimas encuestas señalan al cómico Beppe Grillo como favorito si en estos momentos se celebrasen unas elecciones en Italia. No es una desgracia como otra cualquiera, se trata de un triste diagnóstico de una sociedad dispuesta a dejarse guiar por los bufones más esperpénticos con tal de propinarle una patada tras otra al caldero. El rebelde populista se ha convertido en una figura dominante. Hurga en la herida de la indignación, capitaliza el cabreo pero no se ocupa de dar soluciones a los problemas. Un ejemplo a mano, ya que hablamos de Italia, es Roma que ha visto redoblado su proverbial caos con la actual alcaldesa, Virginia Ragni, del movimiento que lidera Grillo.
Pues bien, la penúltima ocurrencia del favorito de las encuestas italianas ha sido proponer jurados populares específicos para juzgar a los periódicos y a los informativos de televisión. Para él son "los principales fabricantes de noticias falsas". Grillo, en cambio, está muy satisfecho de las redes sociales que alientan la dinámica populista del bulo que tan bien maneja su Movimiento 5 Estrellas.
El ataque a los medios de comunicación forma parte de la estrategia intimidatoria y sensacionalista de Grillo. Arias Maldonado recordaba no hace mucho en una entrevista el sensacionalismo como respuesta de la información barata y citaba para ello al Nobel Herbert Simon. "Cuando la información es barata, la atención es cara". Y también explicaba cómo las redes sociales incorporan a ciudadanos que estaban al margen de la prensa y a los que la prensa, seguramente equivocándose, no renuncia a conquistar. A muchos de ellos, Grillo los querría para formar parte de esos tribunales de evidente tufo fascista.
